Conocer para transformar
Las apariencias y las causas profundas de la crisis actual

Ruben López

Marzo de 2009

Hace dos años transcribíamos una frase de El País de Uruguay (*), reflejo del más puro neoliberalismo.
A la luz de la crisis económico-financiera desatada en el mundo es interesante reverlo: “la física tiene sus leyes, eternas e inmutables, la economía también posee las suyas…. en la economía debemos de poner los recursos necesarios para compensar la distorsión que se genera a la evolución natural. …El tema es que las intervenciones cuestan mucho, disminuye el nivel de actividad (PBI) de una economía por debajo de su potencial…”( )

Esta es la concepción que impera en el mundo, el Estado juez y gendarme, expresada con crudeza: La evolución natural, la economía y la sociedad sujeta a leyes eternas, sobre las cuales el hombre no puede intervenir, so pena de que sobrevengan inimaginables catástrofes.
Veamos como se repartía la riqueza en el mundo, datos del año 2000:

Cuadro I
     37.000.000  de adultos  poseen   50.000.000.000.000 U$S     -  1.350.000 C/U
1.850.000.000    “              -                  1.250.000.000.000 U$S         -     676 C/U

 Esto se agravó, crisis energética mediante, de los alimentos más la actual debacle. ¡Pero esto no es una catástrofe!, para los grandes magnates y sus teóricos, esto son sólo avatares de la “evolución natural”…  No hubo dinero para aliviar a la cuarta parte de la humanidad que sobrevive con un dólar por día, pero aparece  para los grandes especuladores.

La catástrofe para ese privilegiado 1% de la población, comienza pocos meses después de la referida transcripción. En el 2007 se pincha la burbuja inmobiliaria y estallan los productos de la ingeniería financiera, que buscaban mantener su tanto por ciento.

Nosotros sosteníamos en ese artículo lo contrario: Se debe apoyar a todas las víctimas, tanto de los desastres naturales como sociales, provocados por la naturaleza o por los  hombres.
El conocimiento de las leyes de la naturaleza ha servido al hombre para realizar maravillas. El conocimiento de  las leyes económicas, en las crisis con sus secuelas de destrucción, hambre, desocupación de millones de personas: ¿No debe utilizarse para evitar o aliviar y superar esas calamidades?
 
Decíamos: La acción de la sociedad ayudando a los más débiles es un imperativo. Es necesario derrotar las ideas que plantean como natural la ley de la selva en la sociedad.  Esas leyes eternas e inmutables son sólo el reflejo de ideas que sirven a los intereses de los dueños de la riqueza. Y la posibilidad de organizarse, luchar y conseguir mejores condiciones de vida, es también  reflejo de las ideas que encarnan  los intereses de los trabajadores.

La crisis está instalada, no sabemos su duración, su profundidad, pero es un hecho.
Y, otra vez, como en el 29, nace en el centro del imperio,  en la primera economía del mundo.

¿Como enfrentar las consecuencias de esta colosal fuerza que ha hundido a los principales bancos, dejó al borde de la quiebra a la industria del automóvil y ha sumido en la recesión a las principales economías del planeta?    Hoy se plantean la  regulación y la intervención estatal, billones de dólares se emplean en el mundo para  salvar las grandes corporaciones. Dineros públicos, claro, los estados acuden para socializar las pérdidas, temiendo la explosión de todo el sistema.

Coherentes con la teoría de la “evolución natural”, nada habría que hacer, dejar actuar las fuerzas del mercado y que cada quien se haga responsable de lo suyo. Pero esto no sucedió, los grandes capitanes de las finanzas corrieron presurosos: Cuidado, si caemos nosotros cae el sistema. Y el propio Presidente Bush encabezó la colecta. El “Es demasiado grande para caer,” les dio un excelente resultado.
Muy distinto le ha ido a los deudores hipotecarios; millones de norteamericanos han perdidos sus viviendas, 3.5 millones de empleados y obreros han ido a la calle, a un ritmo de 600.000 despidos por mes. ¿Y cuantos pequeños comerciantes, industriales, productores habrán cerrado sus puertas?

Como se producen estas situaciones?

Para aquellos que siguen la tesis de la “evolución natural,” estas crisis son erupciones que al cabo de un tiempo terminan reacomodando el sistema en su justo lugar. Para ellos, las cifras de la desigualdad (cuadro I) son parte de lo “natural” y no de la catástrofe. Veamos datos del 2006:

                        Cuadro II


Año 2006

Población

PBI

PBI por Hab.

Tercer mundo

77%

19%

U$S    1.520

Paises Ricos

16%

76%

U$S  28.600

Mundo

6.500 millones hab.

48.46 Billones U$S

U$S     5.800


Ese “orden”  no debe ser interferido por las necesidades del 77% de la humanidad, 5.000 millones de personas. (**)
Pero, como observamos en la prensa nacional y mundial, la crisis actual, precipitada por los especuladores, si es una crisis, y efectivamente es una catástrofe, pues lo importante es la estabilidad del sistema, su reproducción junto a los privilegios que contiene.

La verdadera causa

Desde el siglo XIX se suceden crisis de superproducción y la que hoy vivimos es una más. Es que el sistema convive con una contradicción que le es inherente: La capacidad para producir cada vez más y la incapacidad para repartir en forma justa esa riqueza.

La mayor productividad y los impresionantes avances científico técnicos, conquistas de toda la humanidad, parece que se volvieran en su contra, con efectos negativos para la población. Cada nuevo proceso de mejora en la producción deja trabajadores en la calle y fuera de competencia a muchas empresas, en beneficio de las más fuertes.

La obsesión por el tanto por ciento –la tasa de ganancia- domina los mercados, la libre concurrencia deja su lugar a los grandes monopolios. Lo que debiera ser un alivio para productores y trabajadores se transforma en una condena. Así a principios del siglo XIX,  los confundidos obreros de las hilanderías rompían las máquinas que los dejaban sin trabajo.

La Reserva Federal de USA da una pequeña muestra sobre el fenómeno de la concentración: “En 2007, las familias situadas exactamente en el centro de la distribución del ingreso de EEUU – familias con ingresos entre 36.500$ y 59.600$- tuvieron en promedio 400$ menos de ingresos, deducida la inflación, que en 2004.  En contraste, las familias situadas en el rango superior de la escala económica americana obtuvieron un significativo aumento de ingresos en el mismo período. El 10% más rico de la nación –familias con ingresos superiores a 140.900$-  vio subir sus ingresos en 65.800$ en promedio, hasta los 397.700$.” ( )
He aquí la verdadera causa, profunda, de esta nueva crisis.

La, o las explicaciones que da la clase dominante apuntan a algunas de sus manifestaciones:
 
- Obedece a la burbuja inmobiliaria?
- Al exceso de crédito producto de las bajas tasas de interés?
- Por la codicia de banqueros, prestamistas y constructores de vivienda?
- Por conceder créditos sin garantías suficientes?
- A inversionistas codiciosos que tomaron papeles “basura”?
- Por la falta de regulación?

Si, es cierto, estos hechos existieron y explican lo sucedido a partir de 2007, pero la causa profunda es aquélla otra, no tan visible.   El fenómeno y la esencia.  La crisis es estructural y propia de un sistema que no puede superar la contradicción entre la acumulación, la concentración, la centralización de la riqueza y la distribución de la misma.

Veamos otro texto en El País Digital de Uruguay:
“… una cosa es ayudar en forma solidaria a los que están padeciendo una situación difícil, producto de caídas de precios, sequía, etc. Y otra muy diferente operar a favor del mantenimiento de la actividad. Dar dinero a los que están pasándola mal puede ser algo aceptable, pero que no apunta al corazón del problema que es la actividad…. Pero si se quiere operar sobre la actividad que para mí es lo más importante, debería actuarse sobre las industrias que son las que "cinchan" de la cadena. Son éstas las que precisan crédito para aguantar, las que requieren de ayudas para exportar, y no de castigos como los derivados del régimen de devoluciones de impuestos, o del manejo del tipo de cambio. Por eso las medidas siempre van a ser insuficientes, porque el gobierno actúa sobre algunos tamberos, los que menos tienen que ver con el impulso en la actividad, y no sobre las industrias que son las que la sostienen.”( )

Nos trasmite su “idea”: no ayudar solidariamente a los tamberos pequeños, sino a la industria, es decir, a los industriales empresarios. Es la vieja teoría “del derrame”, de los tiempos de Reagan: Ayudar a que acumulen los que más tienen, pues son los que pueden ahorrar –los pobres se lo consumen todo-  esos ahorros se invertirán, con la inversión vendrá el crecimiento y viviremos mejor, pues si crece la  torta todos recibiremos más.  Los señores ahorraron, invirtieron, llegaron los primeros frutos, recuperan su inversión, claro y, cuando se iba a repartir la torta: PUM, otra crisis. No se puede repartir lo que no se tiene, menos en épocas de recesión, allí, hay que guardar, pues las cosas siempre pueden ir peor.   
Parece chiste, verdad? Pero es lo que sostiene el articulista:
 “..el gasto que con irresponsabilidad multiplicó (el Gobierno) en todos estos años, a partir de marzo de 2005. Pero insiste en no tocar ni admitir que se lo haga, las retribuciones personales de nadie, ni en el sector público ni en el privado. En una economía en recesión, el salario y el empleo son variables inversas; si crece uno cae el otro. Como creo que la más relevante política social pasa por el mantenimiento del trabajo, cada vez que el gobierno señala que mantendrá el gasto social -la deuda social le llama- y no opera a favor del mantenimiento de la actividad o de la desindexación salarial, está de hecho actuando a favor del desempleo que es lo peor. Sé que es difícil en un año preelectoral reclamar estas medidas pero lamentablemente los hechos son tercos. Y aquel gasto desbordado empezó a pasar factura.”

Primero, no habla del pasado. Los que ganaron ya lo guardaron y en 2008 el PBI de Uruguay creció un 10.8%.
Segundo, vuelve la crisis: “… hay que eliminar el gasto irresponsable..” ¿Cuál?  En la educación y la salud, que se multiplicaron y todavía son insuficientes, en seguridad ciudadana, cuando todos los días piden más represión, rebajar jubilaciones y pensiones, en asignaciones familiares, en inversiones?
Tercero, nos dice: no al gasto social –la deuda social-. Todos los gastos enumerados, son esencialmente sociales, en línea con los conceptos Artiguistas, “..que los más infelices sean los más privilegiados..”. Más el plan de emergencia, el plan de equidad y otras medidas que compensan a sectores con menos capacidad para captar ingresos, como lo demuestran las estadísticas oficiales, aún así, el decil más rico de la población captó un porcentaje mayor de ingreso
Cuarto, “..operar a favor de la actividad o de la desindexación salarial..”, la frutilla de la torta, reclama ayuda a los empresarios y rebaja de los salarios. No se habla los que ganaron, tampoco de quienes perdieron, de la “verdadera crisis” que vivió la sociedad uruguaya, la pobreza, la exclusión, el aumento de la delincuencia, retroceso en la educación, la salud, la vivienda. Los que fueron a la quiebra, los que perdieron sus casas, la tremenda caída del salario real, que dificultosamente se comienza a recuperar hoy.

Nos dice: estamos en crisis, el mundo está en crisis, llegó la recesión, el trabajo peligra, las empresas peligran. Así como en el mundo no importa el  77% de la población, aquí tampoco “importan”  800.000 compatriotas viviendo por debajo de la línea de pobreza o 60.000 en la indigencia.
Lo lógico sería que quienes hasta ayer no querían la intervención estatal, ahora sigan la “evolución natural” de la economía con sus leyes inmutables y enfrenten la situación de acuerdo  al libre mercado. Pero no, cuando la catástrofe les llega, vienen por los dineros públicos.  En el mundo billones de dólares han ido en auxilio del sistema financiero y las grandes corporaciones.

Para la clase dominante y sus escribas lo importante es la actividad, lo relevante es mantener las empresas funcionando, lo esencial,  que el Gobierno baje el gasto, impulse la rebaja salarial. Esta es su política social, para mantener el trabajo.

Sigue con sus dogmas, el mercado, la libre empresa y el gobierno apartado de toda intervención (salvo en los casos que sea necesario para salvar el sistema). A pesar que “su mundo” de las maravillas se  esté cayendo a pedazos y los “países modernos y desarrollados” no encuentren  solución, su prédica no ha cambiado, aferrados a sus axiomas no hay autocrítica, aunque debería, pues “lamentablemente los hechos son tercos.”:
Sí. El sistema económico está parado, el Bank of America, el Citigroup, el Lloyds, el Barclays y tantos otros están quebrados, la industria automovilística paralizada, en USA entre Bush y Obama han votado más de 1.6 billones de dólares para estimular la economía, pero ésta no deja de retroceder, el déficit para el próximo ejercicio se calcula en 1,75 billones de U$S, lo que significa alrededor del 12% de su PBI. A la crisis financiera ha seguido la económica, ahora crisis social y política en varios países europeos.
Claro que hay una flagrante contradicción, pues hay un doble discurso, como se pudo ver en todo este proceso desde mediados de 2007, pero que existe desde siempre. Mientras se defiende el libre mercado para los competidores –ya sean países o empresas- se reclama la protección para nuestros intereses, siempre en nombre de algo. Hoy, para los especuladores sin escrúpulos del casino universal, es  la salvación del sistema, que caerá si caen ellos.
Mientras, en esta “guerra” muchas empresas quedarán por el camino, las menos eficientes, las más débiles. Nuevamente nos dirán: Es parte de las reglas de juego y deben dejar paso a otros. El problema es que los “otros” son cada vez menos –y más grandes- y van concentrando la riqueza.   La otra cara de la moneda es: cada vez más “pobres”, causa de las crisis, ya que mejores máquinas tienen mayor productividad, más productos, menos trabajadores, menos salarios, menor consumo, aumento de stocks, baja la producción, lo cual culmina en quiebras y despidos, menos ricos, más pobres…y reinicia un nuevo ciclo.

Pero tendrán que venir cambios, no sólo por ética o más justicia, sino necesidad. La humanidad debe encontrar formas sustentables de sobrevivir en su hábitat natural, que es la tierra. Ni la naturaleza ni la sociedad soportan ya un sistema que depreda el ambiente, que expulsa dejando fuera a la mayoría de la humanidad, ni  al  individualismo más avaro, capaz de destruir lo que aprecia con tal que  no sea de  otro.

Un país económica y socialmente sustentable debe asentarse sobre el trabajo de su gente por la solidaridad y el esfuerzo común, no el lucro y la riqueza, en la felicidad de unos pocos. Asegurando como derechos humanos esenciales la alimentación,  la salud, la vivienda y la educación.
Para ello la acción del estado, eficiente, racional, justa, equitativa,  profundizando la democracia. La participación social organizada y conciente, con los trabajadores a la cabeza, en lucha por los derechos económicos, sociales, democráticos de la mayoría.

No  esperar los cambios que vendrían por la simple evolución de los acontecimientos. Participar con la capacidad transformadora, la voluntad para superar dificultades, de imaginar nuevas metas, de luchar por ellas que ha demostrado nuestro pueblo a través de la historia.

(*) La Revista de Fueci, N° 4.
(**) Datos de www.cadtm.org

(Articulo publicado en La revista de FUECI Nº11, abril 2009)


Economía y Mercado El País -23 de octubre de 2006 – pag.3

Tomado de SinPermiso.com, La Economía de la burbuja de  EE.UU de Sam Pizzigati

Julio Preve Folle. Es crucial no errar el diagnóstico. El País. Economía y Mercado 9/03/2009. Los subrayados son nuestros.

Julio Preve Folle. Es crucial no errar el diagnóstico. El País. Economía y Mercado 9/03/2009