¿Qué es el FA? Acuerdo fundacional, principios, etc. - (Intervención)
Alexis Capobianco

Como Frente Amplio nos definimos como una fuerza que apunta a transformar profundamente la realidad, en forma revolucionaria. A su vez, nos definimos como una fuerza antioligárquica y antiimperialista, cuyo objetivo es la construcción de un proyecto popular, nacional y democrático. Históricamente el frente se concebía como una fuerza cuya base social eran los trabajadores y las capas y sectores medios.

¿Estas definiciones siguen vigentes o nos encontramos ante profundos cambios que las ponen en cuestión?

Considero que como fuerza deberíamos realizar un análisis de estas cuestiones en profundidad. Muchas veces vemos como se repiten teorías que sostienen hoy “el fin del trabajo” y mañana la disolución del imperialismo, que analizan la sociedad como compuesta por diferentes “actores” que desplazan al concepto de clase social como categoría de análisis, donde algunos conceptos como oligarquía son estrictamente excluidos de los discursos, siendo concebida la política en general, politología televisiva mediante, como un juego maquiavélico entre diversas fuerzas que solo buscan la concreción de intereses particulares y nunca la “búsqueda del bien común”.

¿Asistimos al fin del trabajo o a una transformación profunda del mundo del trabajo? ¿Ha desaparecido la clase trabajadora o las relaciones asalariadas, por el contrario, se han extendido como la principal forma de relaciones económicas entre los hombres? Diversos análisis sostienen una visión muy diferente a las dominantes. En particular, en nuestro país, Daniel Olesker realizó un análisis de los cambios que se produjeron en la estructura de clases de nuestra sociedad. Estos análisis no suponen el fin de las clase trabajadora, y mucho menos la desaparición de clases dominantes y dominadas, sostienen, por el contrario, que se han producido transformaciones en tanto, por ejemplo, la clase asalariada vinculada a los servicios o al trabajo intelectual ha crecido en relación a la fabril o a la vinculada con el trabajo manual. Pero estos trabajadores, al igual que los trabajadores vinculados a la industria fabril, reciben un salario y producen plusvalía. Un error dogmático constituye identificar clase asalariada con clase obrera fabril. También ha sufrido transformaciones lo que podemos llamar el bloque de poder dominante y la oligarquía, a la vez que algunos sectores de la misma fueron desplazados otros sectores sociales ascendieron. Es decir que, desde esta perspectiva, es un error pensar que todo cambió y que nada permanece, como también sostener que no hay nada nuevo viejo el sol. Considero que es necesario analizar la realidad en términos de continuidad y cambio al mismo tiempo, determinando que elementos han cambiado y que estructuras y elementos de larga duración permanecen, ni snobismo ni fosilizar los análisis y los conceptos.

Asimismo, con respecto al imperialismo deberíamos analizar si es algo que constituye parte del pasado, si vivimos en un mundo globalizado multipolar, desterritorializado, donde no hay un centro ni tampoco, por tanto, una periferia, o, por el contrario, vivimos en un mundo donde algunos países constituyen el centro y otros la periferia subordinada. Las guerras y golpes de estado por el control de las materias primas y para subordinar a países renuentes a someterse a los dictados de las potencias del norte industrializado, la división internacional del trabajo, y las profundas desigualdades entre la distribución de la riqueza entre los países del norte industrializado y el resto del mundo parecen probar lo contrario. ¿Son aquellas características planteadas por los teóricos clásicos parte del pasado o son más vigentes hoy que cuando fueron planteadas? A saber:

  1. Concentración de la producción y del capital en gigantescas empresas que ejercen el control absoluto de la producción de mercancías y de su distribución, lo que influye decisivamente en la sociedad.

  2. La fusión de los capitales bancarios e industrial para dar origen al capital financiero y a la creación de la oligarquía financiera.

  3. Sustitución de la exportación de mercancías, que pasa a un segundo plano, por la exportación de capitales.

  4. Formación de asociaciones internacionales de capitalistas monopolistas que se distribuyen en el mundo.

  5. Reparto territorial del mundo, entre las grandes potencias capitalistas.

Considero que estas definiciones no pueden ser dejadas de lado. Si debemos analizar las transformaciones sin atarnos dogmáticamente a teorizaciones que deben ser siempre actualizadas y desarrolladas, pero constituye un profundo error en un mundo cada vez más dominado por grandes corporaciones transnacionales, y a nivel local por grupos económicos que cada vez se llevan una porción más grande de la riqueza que producen los trabajadores uruguayos, dejar de lado estas definiciones. Como fuerza política somos la expresión de la alianza entre los trabajadores y las capas medias ¿Qué otros sectores sociales pueden constituir el sujeto social del cambio?. Tener siempre presente esto parece fundamental a la hora de nuestra acción política pero también a la hora de hacer valoraciones en nuestros discursos.

Sin embargo, hay otras transformaciones que tal vez no hemos valorado en su profundidad y son las que se han dado en el campo de la cultura. En nuestras sociedades el aspecto cultural-ideológico adquiere un papel cada vez más relevante, o al decir de Gramsci las clases dominantes en las sociedades capitalistas tienden a mantener su papel dirigente cada vez más por el consenso ideológico que por la coerción, lo cual no supone la inocente idea de que las clases dominantes han renunciado a la coerción. El desarrollo de los grandes medios masivos de comunicación y su papel cada vez más importante en nuestras sociedades constituye un elemento fundamental para comprender la construcción de la hegemonía por parte de la clase dominante. Ellos han cumplido un rol fundamental en determinados procesos de transformación cultural como la imposición de un modelo consumista (que no es solo un fenómeno económico, sino ideológico-cultural), la despolitización y la banalización cultural. Los medios trasmiten valores, modelos de vida y formas de pensar, y no solo a través de la manipulación informativa. De esta manera se ha abonado un terreno cada vez más desfavorable para la izquierda que se propone precisamente lo contrario: la politización, la construcción de una sociedad solidaria y desarrollar un modelo de vida alternativo al consumista. ¿Cómo afrontar estas transformaciones? ¿Cómo actuar para construir, de nuevo al decir de Gramsci, una nueva cultura y una nueva ética? Son cuestiones que están pendientes y donde muchas veces seguimos atados a viejos esquemas que nos impiden visualizar los cambios y construir una nueva hegemonía que desplace al bloque de poder actualmente hegemónico del poder.

Por último, quería referirme a la organización: hemos nacido como coalición y movimiento. Hasta donde muchos sabemos, es un fenómeno peculiar del Uruguay, mantener este doble carácter parece ser una tarea fundamental para mantener al frente amplio en su esencia más profunda, ¿sería pensable la unidad si no se hubiera creado una identidad frenteamplista por ese trabajo conjunto como movimiento, más allá de la adscripción a tal o cual partido o sector o a al carácter de independiente? Y ese movimiento se ha concretado y desarrollado en las instancias de democracia directa, en los comités de base en particular, que fueron uno de los principales vehículos que permitieron esa construcción unitaria. Democracia directa que es característica e identificatoria de la izquierda, lo cual no excluye la democracia de carácter representativo. Pero es en el encuentro cara a cara y en el trabajo conjunto donde se va construyendo no solo la unidad sino el pensamiento y la acción de izquierda que es una construcción colectiva. Esta parece ser la mejor herramienta para el intercambio a través del diálogo y la discusión, la información y el cambio del propio punto de vista muchas veces sesgado y unilateral. Sustituir esta forma por otras formas de decisión y de hacer política es dejar de lado una de las mejores tradiciones de la izquierda, una de las tradiciones que, precisamente, constituyen a la izquierda como tal. Que el funcionamiento no sea el ideal muchas veces, no debe ser razón para sustituir estas formas de hacer política, sino para mejorarlas partiendo de una análisis de las causas más profundas: ¿es un problemas de los comités, únicamente, la merma de la participación, o es un problema generalizado relacionado con fenómenos como la despolitización y otras transformaciones a las cuales nos hemos referido más arriba? La democracia directa, no es perfecta, sin duda, pero considero que es la mejor forma de organización que nos podemos dar como fuerza política de izquierda. Esto no quiere decir que no debamos modificar ni cambiar nada, sino que ésta debería ser la base a partir de la cual debemos pensar, desde mi perspectiva, las transformaciones que debamos hacer. ¿Cuándo la izquierda planteaba avanzar en democracia o profundizar la democracia no planteaba, como una tarea central para construir esta democracia más profunda, la transferencia de poder a la sociedad civil, lo cual implicaba, necesariamente, la creación de instancias democráticas más profundas que permitieran complementar y superar la democracia representativa?

23 de setiembre de 2010

ALEXIS CAPOBIANCO

Cté. 28 de noviembre de 1971

Coordinadora B