25 de mayo de 2012

ALEXIS CAPOBIANCO 

Las evaluaciones se multiplican, toda ha de ser evaluado, se crean programas de evaluación, evaluaciones internas y externas, evaluadores especializados en evaluar evaluadores, evaluación al cuadrado, al cubo y quien sabe talvez evaluación a la cuarta y a la quinta.

También los controles; es necesario controlar la higiene, la seguridad (sonría, lo estamos filmando), a los trabajadores en su desempeño laboral. Vivimos en una potencial guerra de todos contra todos, o vivimos ya en la guerra de todos contra todos, si no hay control se desatará el caos, la muerte la desintegración, la única solución es la policiación de la sociedad, y cuando hablamos de policía acá no nos referimos solo a aquellos que se visten de azul y tienen una camperita que dice policía, ni siquiera nos referimos a los que trabajan en las empresas de seguridad privada y a la legión de porteros, sino a los que cumplen tareas inspectivas, a los evaluadores que evalúan resultados, al recientemente creado, cumpliendo la ley de educación, Instituto Nacional de Evaluación Educativa, un instituto que va a evaluar los resultados y va a evaluar como evalúan los que evalúan y como evalúan los que evalúan a los que evalúan (en forma directa o indirecta)...."Llegue a las cifras indicadas internacionalmente y, además, sonría, lo estamos evaluando", Porque ellos también son evaluados, por los organismos internacionales, esos organismos multiestatales vinculados, directa o indirectamente con la ONU, institución de carácter bastante antidemocrático, pero que sin embargo tiene un papel cada vez más creciente, a través de sus diversos organismos, en la imposición de políticas y en su posterior "evaluación", a estados que son, en gran parte, supuestamente democráticos...No hablemos ya de esos organismos multiestatales como el FMI y el BM (si son multiestatales) que parecen una sucursal de las corporaciones norteamericanas y europeas. Organismos tecnocráticos que evalúan a los gobiernos democráticos, que dan "consejos" que al parecer tienen, más bien, el carácter de "imperativos categóricos"…..y si no se cumplen esos mandamientos de los representantes del Dios Mercado, o de algún Dios similar, uno será expulsado de la "comunidad internacional".

Evaluación es en la práctica, cada vez más, tecnocratización, una tecnocratización policíaca de la sociedad, es debilitamiento de las ya por si debilitadas "democracias representativas" (aclaro que la democracia representativa me parece mejor que una dictadura como la que padecimos, pero no por eso deja de ser un instrumento de dominación de las clases dominantes). Los medios han jugado su papel: son fábricas de miedo, de paranoia, de poner a unos contra otros a nivel del pueblo, de estigmatizar, de crear enemigos, chivos expiatorios, culpables de todos los males. Sucesivamente son fabricados los culpables: "el menor infractor” ahora, pero también "el docente ausentista" culpable de todos los males de la educación, complementada con los "sindicatos corporativos" que en pos de intereses particulares afectan el "interés general" que los gobiernos dicen representar, el "funcionario público privilegiado" que con sus 13 o 14 feriados y sus sueldos gigantescos se transforma en la principal traba al desarrollo nacional, pero también lo fueron en un momento los "trabajadores radicalizados", como los metalúrgicos, verdaderos ocupadores seriales que hacían peligrar las inversiones internacionales, también tenemos a los funcionarios de la salud, muchos de los cuales son seguramente "asesinos seriales" como los enfermeros procesados y la impersonal "pasta base", ese pandemonium que cada vez posee más las almas de muchos uruguayos y uruguayas.

La única solución es el control, aumentar los controles, los ojos que miran, más policías, invertir cada vez más en maquinaria de control: cámaras, formación en combate a la delincuencia con la policía colombiana o con los “seals” (focas) estadounidenses, hacer razzias. Se ha ido construyendo así una suerte de panóptico descentralizado pero también central, apostado por todos lados, visible e invisible. Pero siempre surge un problema: “los evaluadores se pueden corromper”, pero la lógica de la evaluación total de la sociedad no se rompe: “entonces vamos a tener que crear una agencia que controle y evalúe a los evaluadores”, y así seguimos de creación en creación de organismos tecnocráticos (que dicho sea de paso permiten a unos cuantos dar un salto cualitativo en sus ingresos)…”¡Bonomi, Bonomi por favor ponga orden!!!!” Recordamos aquella canción de los tontos “Ana la del quinto”.

Y no es que algunas cosas no anden mal, seguramente la mayor parte de las cosas funcionen mal, en mayor o menor medida, pero la multiplicación de los controles, al menos tal como está planteada, solo trata los síntomas y se basa en una lógica tecnocrática y policíaca que acorrala y debilita a la democracia. Si las cosas funcionan mal se podría tener otra respuesta: más democracia y no más tecnocracia que es equivalente a menos democracia, multiplicar las instancias democráticas, que son también instancias de “control”…pero esto sería socializar el poder, y nuestras sociedades no parecen estar moviéndose en una lógica socializadora del poder, extremadamente peligrosa para las clases dominantes.

¿Sostengo acaso que no existen los docentes ausentistas, los enfermeros asesinos, los menores infractores, los funcionarios que hacen la plancha? Si claro que existen y existen muchas más cosas: un proceso de violentización creciente de la sociedad, donde cada vez nos tratamos peor entre nosotros, pero ¿a qué obedece ese proceso de violentización?

Algunas hipótesis: la creciente riqueza y el estancamiento en su distribución, la imposición de un modelo de vida al cual la absoluta mayoría no puede acceder a no ser en forma muy parcial, las larguísimas jornadas laborales que han traído como consecuencia la disolución de los vínculos familiares y comunitarios.

Y cuando planteamos esto inevitablemente tenemos que ir a las causas más profundas, y superar el nivel sintomatólogico que los medios han impuesto, fabricando enemigos, visibilizando y amplificando, e invisibilizando o minimizando las verdaderas causas (y a los verdaderos enemigos). El problema más profundo, según creo, es que vivimos un capitalismo en descomposición, que ya no tiene forma de legitimarse, en un capitalismo nihilista, cínico dicen algunos filósofos latinoamericanos, decadente, que ya no tiene ningún sentido trascendente que ofrecer, y el nihilismo lo entendemos como “la pérdida de sentido”, el único sentido que parecen tener hoy las existencias es consumir, pero el consumo se revela como una maquinaria de producción de insatisfacción, de infelicidad. Y el consumismo no lo debemos ver como una posibilidad más dentro del capitalismo, el capitalismo hoy es necesariamente consumista, y, por tanto, destructor de la naturaleza, ya que está basado en un modelo que se puede sintetizar en frases como “úselo y tírelo”, o “comprar, tirar, comprar”.

Fue la forma que el capital encontró para escapar, por lo menos en forma provisoria, a las crisis de sobreproducción, pero también tiene, seguramente, mucho que ver, con lo que pronosticó Marx, la tendencia decreciente a la tasa de ganancia (también previó las crisis de sobreproducción). Los capitalistas ganan cada vez menos (proporcionalmente), porque cada vez es mayor la inversión, en términos relativos, que tienen que hacer en capital constante (maquinaria, materias primas etc.), y menos en capital variable, en el trabajo asalariado que es el que produce la plusvalía y, por tanto, las ganancias.

La maquinaria de producción para el consumo de productos obsolescentes está seguramente vinculada no solo con la superación de las crisis de sobreproducción sino que es el paliativo a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, es decir que el consumismo y todos los fenómenos relacionados con él: la prolongación de la jornada de trabajo, la disolución de los vínculos familiares y comunitarios, la crisis ecológica, la imposición de una mentalidad en la que soy en tanto tengo, la constante insatisfacción e infelicidad producida por la maquinaria publicitaria, el ultraindividualismo etc, etc., etc., tiene raíces de carácter estructural, de un sistema que cada vez funciona peor, donde la tasa de ganancia es alta a nivel del sistema financiero, pero que se basa en la creación de capital ficticio. Y esta decadencia estructural que promueve en forma necesaria un modelo de vida que va contra las bases materiales de la vida misma, ya que destruye, en forma mucho más radical que en el pasado, “a la tierra y el ser humano” como dijo Marx en El Capital, es la que produce, en última instancia, toda esa sintomatología, en parte real pero amplificada y absolutizada por los medios (que son en su impunidad otra causa del clima de violentización), que hace que se multipliquen los controles y los pedidos de mecanismos de control y evaluación (y muchos periodistas y columnistas están a la vanguardia de estos pedidos). No son solo los delincuentes los que valoran cada vez menos la vida y más a las cosas: la esencia del sistema capitalista es esa, la cosificación de los hombres, y este capitalismo en que cada vez se absolutizan más las lógicas propias de su economía, ha radicalizado esa lógica y esos valores, ya no tiene el contrapeso, está cada vez más debilitado, de la superestructura ideológica que nos prometía libertad, igualdad y fraternidad, democracia, republicanismo, libertades, etc., esa discursividad se ha ido evaporando y solo queda un vago reflejo fantasmático, se rebela como farsa, como promesas que no cumplirá, y ha sustituido esos sueños basados en el arquetipo del ciudadano por el del consumidor/elector que elige entre productos y alternativas electorales, que debe acumular cosas para triunfar, para ser un winner, pero para lograrlo está enfrentado a todos, los cuales se han transformado en los enemigos…la paranoia es intrínseca a esta sociedad de la competencia, donde la ciudadanía se ha vuelto en un antiideal, porque la ciudadanía es, hoy por hoy, peligrosa para las clases dominantes.

A las clases dominantes se les hace cada vez más difícil hacer concesiones a las clases subalternas, por el achicamiento de los márgenes de ganancia, el proyecto socialdemocráta de los 60 en Europa hoy, en el capitalismo actual, parece utópico, y un intento que vaya en ese sentido, de estatización, de subordinación de las lógicas económicas a las políticas, hoy seguramente es visualizado como un peligro revolucionario para las clases dominantes, por eso la socialdemocracia se ha transformado en la práctica en socialiberal. Esta sociedad donde se han debilitado las lógicas ideológicas del consenso, de la racionalidad, necesita cada vez más, de imposiciones ideológicas irracionales, y de mecanismos coercitivos de control, de policía, de evaluación. Ahí creo que nace esta peste de la evaluación. Y no es que los controles no sean necesarios, es más habría que controlar mucho más a las clases dominantes, pero los propagandistas del control proponen controlar a los trabajadores y a los excluidos o marginados del festín. Muchos de los trabajadores, seguramente, rindan mucho menos y no cumplan en forma adecuada su función, entre otras cosas por la prolongación de la jornada laboral, por la depresión y la perdida de sentido nihilista propia de este posmocapitalismo. Pero la izquierda no puede seguir la línea de multiplicar controles en un sentido tecnocrático, su apuesta debería ser la democratización, la creación de nuevas instancias democráticas, y el avance hacia nuevas formas de organización y de modelos culturales alternativos al capitalismo/financiero/consumista/ depredador/policíaco, no encuentro otra forma de llamar a esa alternativa que socialismo, el cuál talvez no sea realizable en forma inmediata, pero si podemos apostar a la socialización del poder, de los medios de producción fundamentales, y de un corte político de las lógicas mercantiles…un modelo de transición al socialismo similar a la NEP de Lenin talvez, donde la empresa privada conviva con el cooperativismo y un papel creciente del estado a nivel económico (que democratice radicalmente su funcionamiento), a la vez que intente dar un nuevo sentido a la vida, superando el modelo económico/cultural consumista y proponiendo como prioridad absoluta un modelo que no ponga en peligro la supervivencia de la vida. Creo que solo por este camino se puede superar esta patología paranoica/evaluadora, la pocialización de la sociedad, y la creación de legiones de tecnoburócratas (una suerte de grupo social que responde ideológicamente al capital y que recibe gran parte de las riquezas producidas por la sociedad) cuya función es legitimar las actuales relaciones de poder y controlar policíacamente a la sociedad en general y a los trabajadores en particular.

ALEXIS CAPOBIANCO

Cté.: “28 de noviembre de 1971”Coordinadora “B”