Por Ec. Carlos Viera
 
El cro Esteban Valenti interpela sobre el contenido económico del “giro a la izquierda” que desde tiempo atrás, desde nuestra agrupación política, IZQUIERDA EN MARCHA, estamos planteando como necesario y posible para el próximo gobierno del FA, pensando en mejorar el nivel de vida de la gente. Al tirar esta primera piedra, el compañero Valenti se hará cargo, que esto implica que las diferencias en el FA se discutan a través de los medios de comunicación.
Lo primero que corresponde responder es que no es de recibo que se demande que el giro a la izquierda tenga que exhibir certificado de éxito asimilándose a las políticas aplicadas en otros países. Uruguay  no tiene la renta petrolera de Venezuela o Ecuador, no tiene el potencial económico de Brasil o Argentina, no tiene una empresa estatal de cobre como sucede en Chile, no tiene la configuración socio económica de Paraguay y por lo tanto, estimado compañero, ocupémonos de lo nuestro, no corresponde ni calcos ni asimilaciones, así como tampoco condenas o bendiciones a realidades distintas a la nuestra.

Quizás tanta preocupación venga de la mano de que para ser garantes del giro al centro se necesita una correlación de fuerzas en la interna del FA, expresada en cargos legislativos, máxime cuando parece ser que decisiones importantes se adoptan entre los  senadores del FA en vez de en Plenario Nacional, como acaba de ocurrir con la postergación de la ley de regulación de los medios de comunicación. 

Giro a la izquierda no es un slongan vacío, no es un radicalismo verbal, es la renovación del pensamiento de izquierda, ante las nuevas realidades en lo económico, en lo político y en lo social.
La derecha se ha renovado en su planteo económico, pero ello ha conducido a un nuevo estrepitoso fracaso. El neoliberalismo fue la respuesta a las crisis de estancamiento productivo, desempleo, caída del nivel de vida, inflación, endeudamiento, déficit estatal y con el exterior y su corolario de conflictividad social
Nuestra interpretación de la realidad nos indica que asistimos a una crisis global del sistema capitalista, a la cual, la ideología neoliberal que últimamente le dio oxígeno, no encuentra vías de resolución.

Esta crisis profunda se encuadra en cambios muy fuertes en el contexto internacional. El desarrollo tecnológico, el cambio climático, el intenso crecimiento de la economía China y su apertura al mercado internacional, junto con procesos similares en India y Rusia, la suba de los precios de las materias primas y en particular de productos primarios y alimentos, son algunos de los más relevantes fenómenos que pautan esos cambios. 
Ante esa nueva realidad, la izquierda debe renovar su planteo y de eso se trata cuando decimos un giro a la izquierda. Eso sí, tenemos que tener voluntad política y respaldo social para impulsarlo. 

En la perspectiva del gobierno 2015-2020 existen estas nuevas realidades y nuevos desafíos. Los logros alcanzados y la existencia de condiciones propicias en el plano interno y externo, permite llevar adelante una estrategia de desarrollo productivo, económico y social con una perspectiva de largo plazo. Señalamos las siguientes condiciones: 

a) Ya hemos superado la etapa de reconstruir el país destrozado que nos dejaron los gobiernos anteriores, blanco y colorados. No tenemos la grave emergencia social y tenemos equilibrios macroeconómicos;  
b) La crisis del capitalismo, de imprevisible resolución, impacta con fuerza sobre la economía de los países centrales pero no afecta mayormente la demanda externa de nuestros productos, dada la importancia preponderante que ha adquirido China, sumada a la que ya tenía Brasil; 

c) Hoy el capital es lo que sobra en el mundo. Su captación no es restricción para encarar nuevos objetivos.

d) Los precios entonados para los productos que Uruguay exporta se mantendrán altos, más allá de posibles fluctuaciones circunstanciales por motivos climáticos o comportamientos especulativos. La firmeza de la proyección descansa en lo irreversible de la masiva incorporación de consumidores en China y otros países de Asia.  

e) Los actores sociales proclives al cambio están fortalecidos. 

Giro a la izquierda es:

1) Partir de la base que los dos gobiernos del FA lograron avanzar hacia los objetivos de la izquierda uruguaya. Pero algunos frenteamplistas tenemos el derecho de pensar y el deber de manifestar que pudimos avanzar aún más y que ahora existen condiciones propicias para hacer más y mejores cosas por la causa popular, o sea girar más a la izquierda si se quiere expresar de otra forma. Entendemos que ya debimos haber torcido más a la izquierda y que perdimos algún que otro tiempo en tomar senderos truncos en sentido contrario (como por ejemplo el intento del tratado de libre comercio con EE.UU). 

2)  Defender nuestros recursos naturales, tan codiciados desde el exterior. Eso implica regular y ser selectivos en el ingreso de capitales y particularmente ser muy cuidadosos en la regulación ambiental. No condice con una postura de izquierda admitir el extrativismo y, lo estaríamos admitiendo en los hechos, si no se establece la obligación de ofrecer cierta parte de la producción al mercado interno a un precio inferior al precio de exportación.

 3) Entender que el libre funcionamiento del mercado no sirve para cumplir con los objetivos de crecer más y distribuir mejor. Es pertinente y necesaria la participación del Estado con políticas activas, para incentivar la canalización del ahorro interno, seleccionar y regular la inversión que provenga del exterior, evitar la concentración y extranjerización de la propiedad. Asimismo, reservar la propiedad estatal en los sectores

estratégicos complementándola con medidas de apoyo a tres sectores que están en la ruta del camino a la izquierda. Ellos son: los emprendimientos productivos agropecuarios de topo familiar; las cooperativas de trabajo, las empresas recuperadas y las empresas con distintas formas de participación de los trabajadores/as en la propiedad del capital o en la gestión y las pequeñas y medianas empresas para el aumento de la productividad y que puedan ligarse en las cadenas de valor con las más grandes. 

4)  El giro a la izquierda evitará déficits y será la única forma de mantener la economía ordenada. La política actual, hasta ahora, y en buena medida, resolvió bien el dilema entre inflación alta y país no competitivo. Pero esa cuerda se tiró demasiado y se impone una solución, que puede tener signo de derecha o de izquierda. La derecha dirá bajar costos, ajustar salarios, desindexarlos, cercenar derechos laborales, otorgar subsidios al capital y atenerse al valor del dólar fijado por el mercado, aún cuando se subsidie la importación de productos suntuarios y competitivos con la producción nacional. La izquierda debería priorizar al trabajo sobre el capital  y las decisiones de política sobre las decisiones del mercado. El principal argumento que se esgrime contra el giro a la izquierda es que se retirarán los capitales si se limitan los subsidios que actualmente gozan, o si se aumentan los impuestos que paga. El giro a la izquierda que proponemos no implica confiscación de márgenes buenos de rentabilidad, si limitar los excesivos, para volcar esos recursos al desarrollo y mejor convivencia social en el país. En las actuales condiciones ningún capital se retira si obtiene buena tasa de rentabilidad. Es propio de la derecha agitan esos fantasmas para justificar tasas extremadamente altas que, en todo caso se limitan en casi todos los países.   

5) Avanzar en la distribución de la riqueza, donde la mejora de “los de abajo” sea mayor a la mejora de “los de arriba” contrariamente a lo que hoy ocurre. En esa dirección los puntos centrales que consideremos deben estar contemplados son: 
a) Acordar un proyecto de país y cuidar que las decisiones de corto plazo estén en línea con nuestros objetivos de largo plazo. La inversión es clave, pero no cualquier tipo de inversión. Ser selectivos en la admisión de ingreso de capitales y también serlo en la canalización el ahorro interno hacia fines productivos (caso del ahorro constituido en las AFAP). 

b) Seguir reivindicando la intervención estatal, fundamentalmente en el destino del crédito y en la asignación de recursos en la economía vía precios, gasto público, inversión pública, impuestos, etc. Fortalecer el rol de las empresas públicas como agentes relevantes de la vida económica y productiva nacional.
 
c) Concebir que la redistribución del ingreso se puede lograr de dos maneras: con mayores y mejores impuestos y/o con más y mejor gasto público. No se pueden contraponer porque para gastar más hay que recaudar más y la justicia redistributiva debe estar presente en los dos platos de la balanza. 

d) Cambar la forma de entender y de atacar el fenómeno inflacionario. No es un fenómeno estrictamente monetario generado por la existencia de déficit fiscal y factible de atacar en forma persistente con dólar barato. Es un fenómeno complejo en el que intervienen muchos factores explicativos y no lo podemos tampoco considerar como el único termómetro de la estabilidad macroeconómica. Uruguay no puede ser un “país caro” y al mismo tiempo competitivo. El combate a la inflación y la competitividad que
tenemos que tener como país productivo, no pueden tener instrumentos contradictorios entre sí por tiempo prolongado.  

e) Usar recursos para estabilizar los precios de la canasta básica, o para la inversión pública, no para subsidiar al gran capital. Lo que pudo ser correcto en el 2003 al 2007, sin duda deja de serlo en el futuro cercano. Los impuestos que dejan de recaudarse por exoneraciones fiscales suman más de U$S 1.000 millones que no determinan la inversión, ya que la crisis hace que el capital no obtenga la rentabilidad esperada en otros países. En un giro a la izquierda, la promoción de  inversiones debe tener objetivos políticos fortaleciendo a los grupos sociales con ingresos que son el resultado de su trabajo. El gran capital no precisa incentivos, los sectores de la Economía Social y Solidaria, claro que sí, en nuestro proyecto de país.

6) Concebir que la gente está primero, que el gasto social es prioritario.  
Para que realmente se cumplan los programas sociales que enunciamos en el Programa del FA, hay que reunir los recursos necesarios. Por eso, pensando en clave de izquierda, habría que revertir ese concepto de “espacio fiscal” según el cual se hace sólo lo que se puede financiar con la base actual de recaudación impositiva. La derecha dice que hay que bajar el gasto público y por ende la presión fiscal. Nosotros decimos que hay que hacer eficiente al Estado para que no despilfarre pero que el gasto genuino debe estar al nivel que corresponda para atender lo que la sociedad necesita.

La derecha no se preocupa por satisfacer las demandas sociales alegando falta de recursos. El giro a la izquierda, en momentos de holgura de recursos, es su redistribución, tal que se financie el gasto social necesario, sin incurrir en déficit fiscal. La derecha no grava mas al que tiene mas, limita el gasto social y si aún así tiene déficit recurre al ajuste que recae sobre los mas débiles. Giro a la izquierda es grabar más la gran acumulación de capital, las ganancias muy elevadas y el alto consumo suntuario. El espacio fiscal, o sea el monto de recaudación impositiva, tiene por límites, por un lado, la voluntad política y por el otro una razonable relación con los ingresos. El giro a la izquierda plasmaría esa voluntad política, a sabiendas que favorecemos a la inmensa mayoría y limitamos ganancias extraordinarias a menos del 1% de la población que concentra el 40% de los ingresos. En cuanto al segundo aspecto que hace a la viabilidad de la medida, debe tenerse en cuenta que en relación al total de ingresos generados, el gasto público uruguayo es muy inferior al de cualquier país europeo, inferior al de Argentina y Brasil y sí es superior al de Chile, pero no nos olvidemos que en Chile la educación no es gratuita y que las ganancias por exportación de la empresa estatal de cobre constituyen ingresos fiscales.

7) En el plano de la inserción internacional del país, enfrentados al contexto antes definido, se hace imperioso fortalecer los vínculos en la región, en donde la propuesta de más y mejor Mercosur, de mayores niveles de integración latinoamericana, de avanzar en la creación de instrumentos financieros comunes a los pueblos del sur, respaldados en el intercambio comercial genuino, se convierten en nuestro escudo a los avatares de los flujos del capitalismo especulativo y, a la vez, en el  basamento para nuestra propuesta de desarrollo con justicia social. 

En suma, giro a la izquierda es bregar por la patria grande sudamericana, por más independencia económica, por más mercado regional, por negociar en conjunto, como Mercosur, con las potencias externas, por menos tratados de libre comercio y menos tratados militares.   

8) No incurrir en altos costos financieros para mantener un nivel desproporcionadamente alto en los activos de reserva del Banco Central del Uruguay. La buena imagen del país ante el exterior no es su abultada caja, es su fortaleza productiva y su seriedad en la gestión pública. La buena imagen de nuestro cro Pepe en el exterior es más importante que U$S 16.000 millones de reservas del BCU. El gasto público no puede estar centrado en tranquilizar a los inversionistas del exterior sino a la gente que trabaja en el país. La derecha usa como excusa para no redistribuir la permanente amenaza del impacto de crisis internacionales, ya sea por repliegue de capitales, cambios en los precios o cambios en la demanda. Pero tales motivos no se corresponden con la nueva realidad internacional que se vive, donde nuestro principal socio comercial es China y el segundo Brasil. La demanda y los precios no tienen perspectiva de reducción y el capital, como se fundamentó antes, es lo que sobra hoy en el mundo. Sin embargo la derecha insiste en que se puede venir una crisis (hace 10 años y no llega) y es el argumento para oponerse a subas de salarios y fundamentar el mayor nivel de reservas internacionales. Para la derecha, bajo el lema de política anticíclica, hay siempre que limitar la redistribución de los ingresos: si hay recesión por ese motivo obvio, pero si hay expansión, para guardar para tiempos de recesión.    
 
21 de julio de 2014