Este 5 de mayo se cumplen 200 años del nacimiento de Carlos Marx. Rescatamos estas breves palabras que muestran la profundidad de su pensamiento, alejado de cualquier forma de dogmatismo, de defensa irracional de sus hipótesis, sino que marcan la búsqueda permanente.
En este momento la crisis ideológica de la izquierda en el mundo, sólo es comparable a los años previos a la primera guerra mundial. Hace poco más de 100 años la socialdemocracia europea renunciaba a sus principios y enviaba al proletariado de cada nación. a matarse en defensa de sus explotadores. Hoy, es necesario comprender y aprender a pensar “con cabeza propia”, siguiendo al “maestro” no para repetirlo, sino para superarlo.
A la vez, esos párrafos, tienen el valor de presentar a la “comuna rusa” como la posibilidad de un desarrollo diferente, deben abrirnos la cabeza y alejarnos del determinismo frustrante que algunos, no por distraídos, nos quieren inculcar como pensamiento de Marx.
Quehacer.com.uy
Carta de Karl Marx a Vera Zasúlich
8 de marzo de 1881
41, Maitland Park Road, Londres, N. W.
Querida ciudadana: una enfermedad nerviosa que me viene aquejando periódicamente en los diez últimos años me ha impedido responder antes a su carta del 16 de febrero. Siento no poder darle un estudio sucinto y destinado a la publicidad de la cuestión que usted me ha hecho el honor de plantearme. Hace meses que tengo prometido un trabajo sobre el mismo asunto al Comité de San Petersburgo. Espero sin embargo que unas cuantas líneas basten para no dejarle ninguna duda acerca del mal entendimiento de mi supuesta teoría.
Analizando la génesis de la producción capitalista digo:
en el fondo del sistema capitalista está, pues, la separación radical entre productor y medios de producción […] la base de toda esta evolución es la expropiación de los campesinos. Todavía no se ha realizado de una manera radical más que en Inglaterra […] Pero todos los demás países de Europa occidental van por el mismo camino. (El capital, edición francesa, p. 316). La «fatalidad histórica» de este movimiento está, pues, expresamente restringida a los países de Europa occidental. El porqué de esta restricción está indicado en este pasaje del capítulo XXXII:
La propiedad privada, fundada en el trabajo personal… va a ser suplantada por la propiedad capitalista fundada en la explotación del trabajo de otros, en el sistema asalariado (ob. cit., p. 340). En este movimiento occidental se trata, pues, de la transformación de una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad privada. Entre los campesinos rusos, por el contrario, habría que transformar su propiedad común en propiedad privada.
El análisis presentado en El capital no da, pues, razones, en pro ni en contra de la vitalidad de la comuna rural, pero el estudio especial que de ella he hecho, y cuyos materiales he buscado en las fuentes originales, me ha convencido de que esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia, mas para que pueda funcionar como tal será preciso eliminar primeramente las influencias deletéreas que la acosan por todas partes y a continuación asegurarle las condiciones normales para un desarrollo espontáneo.
Tengo el honor, querida ciudadana, de ser su afectísimo y ss.
Karl Marx
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K. Marx (1877): Carta al director de “Otiechéstvennie Zapiski”[1]
[Fines de 1877]
El autor[2] del artículo Karl Marx ante el Tribunal del señor Zhukovsky, es evidentemente una persona inteligente y si, en mi exposición sobre la acumulación primitiva, hubiese encontrado un sólo pasaje en apoyo de sus conclusiones, lo hubiese citado. En ausencia de tal pasaje, se encuentra obligado a recurrir a un hors d’oeuvre, a una especie de polémica contra un “escritor” ruso[3] publicada en el apéndice a la primera edición alemana de El Capital. ¿Cuál es mi queja en ese lugar contra ese escritor? Que descubrió la comuna rusa, no en Rusia, sino en el libro escrito por Haxthausen, Consejo de Estado prusiano, y que en sus manos la comuna rusa sólo sirve de argumento para probar que la vieja y podrida Europa será regenerada por la victoria del paneslavismo. Mi juicio acerca de ese escritor puede ser correcto o falso, pero de modo alguno puede constituir una clave de mis opiniones sobre los esfuerzos “de los rusos para hallar para su país una vía de desarrollo que será diferente de la que transitó y sigue transitando la Europa Occidental”, etc.[4].
En el apéndice a la segunda edición alemana de El Capital -la que conoce el autor del artículo sobre el señor Zhukovsky puesto que la cita- hablo de “un gran crítico y estudioso ruso” con la alta consideración que merece. En sus notables artículos, este escritor ha tratado la cuestión de si Rusia, como lo sostienen sus economistas liberales, debe empezar por destruir la commune rurale para pasar al régimen capitalista o si, por el contrario, puede –sin experimentar las torturas de este régimen- apropiarse de todos sus frutos dando desarrollo a sus propias condiciones históricas. Dicho escritor se pronuncia en favor de esta última solución. y mi honorable crítico tendría por lo menos tanta razón para inferir de la consideración que le profeso a este “gran crítico y estudioso ruso” que participo de sus opiniones sobre el tema, como para concluir de mi polémica contra el “escritor” y paneslavista[5] que las rechazo.
Para terminar, puesto que no me gusta dejar nada que deba adivinarse, iré derecho al grano. Para poder estar autorizado a estimar el desarrollo económico actual de Rusia, estudié el ruso y luego estudié durante muchos años las publicaciones oficiales y otras vinculadas a este asunto. Llegué a esta conclusión: si Rusia sigue por el camino que ha seguido desde 1861, perderá la mejor oportunidad[6] que le haya ofrecido jamás la historia a una nación, y sufrirá todas las fatales vicisitudes del régimen capitalista.
El capítulo sobre la acumulación primitiva no pretende más que trazar el camino por el cual surgió el orden económico capitalista, en Europa Occidental, del seno del régimen económico feudal. Por ello describe el movimiento histórico que, al divorciar a los productores de sus medios de producción, los convierte en asalariados (en proletarios, en el sentido moderno de la palabra), al tiempo que convierte en capitalistas a quienes poseen los medios de producción. En esa historia hacen época todas las revoluciones que sirven de palanca al avance de la clase capitalista en formación; y sobre todo las que, después de despojar a grandes masas de hombres de sus medios tradicionales de producción y subsistencia, las arroja súbitamente al mercado del trabajo. Pero la base de todo este desarrollo es la expropiación de los cultivadores.
“Esto sólo se ha cumplido radicalmente en Inglaterra…pero todos los países del Occidente Europeo están yendo por el mismo camino”, etc. (El Capital, edición francesa, 1879, p. 315). Al final del capítulo se resume de esta manera la tendencia histórica de la producción: que ella misma engendra su propia negación con la inexorabilidad que preside las metamorfosis de la naturaleza; que ella misma ha creado los elementos de un nuevo orden económico al darle de inmediato el mayor impulso a las fuerzas de producción del trabajo social y al desenvolvimiento integral de cada uno de los productores; que la propiedad capitalista, al fundarse como ya lo hace en realidad, sobre una forma de la producción colectiva, no puede hacer otra cosa que transformarse en propiedad social. En este punto no he aportado ninguna prueba, por la simple razón de que esta afirmación no es más que el breve resumen de largos desarrollos dados anteriormente en los capítulos que tratan de la producción capitalista.
Ahora bien, ¿qué aplicación a Rusia puede hacer mi crítico de este bosquejo histórico? Unicamente esta: si Rusia tiende a transformarse en una nación capitalista a ejemplo de los países de la Europa Occidental -y por cierto que en los últimos años ha estado muy agitada por seguir esta dirección- no lo logrará sin transformar primero en proletarios a una buena parte de sus campesinos; y en consecuencia, una vez llegada al corazón del régimen capitalista, experimentará sus despiadadas leyes, como las experimentaron otros pueblos profanos. Eso es todo. Pero no lo es para mi crítico. Se siente obligado a metamorfosear mi esbozo histórico de la génesis del capitalismo en el Occidente europeo en una teoría histórico-filosófica de la marcha general que el destino le impone a todo pueblo, cualesquiera sean las circunstancias históricas en que se encuentre, a fin de que pueda terminar por llegar a la forma de la economía que le asegure, junto con la mayor expansión de las potencias productivas del trabajo social, el desarrollo más completo del hombre. Pero le pido a mi crítico que me dispense. (Me honra y me avergüenza a la vez demasiado). Tomemos un ejemplo.
En diversos pasajes de El Capital aludo al destino que les cupo a los plebeyos de la antigua Roma. En su origen habían sido campesinos libres, cultivando cada cual su propia fracción de tierra. En el curso de la historia romana fueron expropiados. El mismo movimiento que los divorció de sus medios de producción y subsistencia trajo consigo la formación, no sólo de la gran propiedad fundiaria, sino también del gran capital financiero. Y así fue que una linda mañana se encontraron con que, por una parte, había hombres libres despojados de todo a excepción de su fuerza de trabajo, y por la otra, para que explotasen este trabajo, quienes poseían toda la riqueza adquirida. ¿Qué ocurrió?. Los proletarios romanos se transformaron, no en trabajadores asalariados, sino en una chusma de desocupados más abyectos que los “pobres blancos” que hubo en el Sur de los Estados Unidos, y junto con ello se desarrolló un modo de producción que no era capitalista sino que dependía de la esclavitud. Así, pues, sucesos notablemente análogos pero que tienen lugar en medios históricos diferentes conducen a resultados totalmente distintos. Estudiando por separado cada una de estas formas de evolución y comparándolas luego, se puede encontrar fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello mediante el pasaporte universal de una teoría histórico-filosófica general cuya suprema virtud consiste en ser suprahistórica.
NOTAS
[1] Otiechéstvennie Zapiski: “El Memorial de la Patria “.
[2] N. K. Mijailovsky, prominente teórico del partido socialista revolucionario pequeñoburgués de los Narodniki (populista).
[3] Herzen.
[4] Citado en ruso.
[5] Chernishevsky.
[6] La mejor oportunidad de evitar el desarrollo capitalista, (N. Ed. Ingl.).
“Marx escribió la carta a la redacción de la revista Otechestvennie Sapiski poco después de la aparición del artículo del ideólogo de los populistas N. K. Mijailovski “Karl Marx ante el tribunal del señor J. Shukovski” (publicado en el nº 10 de O. S. [Anales de la Patria]. de octubre de 1877). Marx no envió la carta. Engels la encontró, a la muerte de Marx, entre los papeles de éste, hizo copias y mandó una de ellas, con una carta de 6 de marzo de 1884, a Vera Ivanovna Sasúlich, que pertenecía al grupo Liberación del Trabajo.
Traducida al ruso, la carta se publicó en el nº 5 del Vestnik Naordnoi Voli y en octubre de 1888 en el Yuridicheski Vestnik. Una traducción alemana apareció en el Sozialdemokrat del 3 de junio de 1887 en Zurich. Extractos de la carta publicó Engels en traducción alemana en su epílogo a “Soziales aus Russland (…)”.
Nota MEW a la carta de Otechestvennie Sapiski. MEW 19, 558