El FA se debe un profundo, democrático, removedor debate, crítico y autocrítico, de todo el proceso desde su nacimiento, los quince años en el gobierno y la situación actual.

20/07/2020

“Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos” José Artigas

Un poco de historia.
En las últimas décadas del siglo pasado se produjeron cambios importantes para la humanidad.
La crisis del capitalismo, el principio del fin del Estado de Bienestar, Reagan y Thatcher le dan un fuerte impulso a la hegemonía neoliberal. Mientras tanto la implosión de la URSS y el campo socialista europeo, la brutal concentración de capital agudizan la crisis del sistema, la izquierda mundial se hunde en una profunda crisis ideológica que todavía sufrimos. Desaparecido el peligro
“comunista” los EEUU emergen como la nación líder en un mundo unipolar, en un proceso brutal de concentración de la riqueza, comandado por las grandes transnacionales.

Silenciosamente emerge China proyectándose como futura potencia. La revolución científico-técnica produce innumerables cambios, quizás los más destacados sean la informática, la robótica y las comunicaciones, convirtiendo supuestamente al planeta en una gran aldea.
La globalización neoliberal lo invade todo. América Latina sufre sus embates, que se traducen en privatizaciones, desregulaciones laborales, desocupación, precariedad, más desigualdad. Esta situación genera un gran descrédito de los viejos e históricos partidos de las burguesías continentales. Con “off siders” surgidos de agencias publicitarias, promocionados ciegamente por los oligopolios privados, las burguesías logran una oportuna metamorfosis y ganan oportunamente nuevas batallas electorales.

La década progresista
En 1999 Chavez marca un hito en la historia del continente. Comenzaría con él la llamada “Década Progresista”, producto de la brutal crisis desatada por el neoliberalismo. Once países del continente serán gobernados por la izquierda, sin contar a México que se sumará cuando la debacle era incontenible. Nadie en su sano juicio podría desconocer los enormes avances de la década progresista en el bolsillo de los trabajadores, en sus derechos, en su diario vivir. Los gobiernos lograron enormes éxitos en la gestión. Se obtenían victorias en las reelecciones y la derecha sufría una derrota tras otra.

El LawFare y los Fakenews.
El poder Judicial de las eternas burguesías y el poder mediático de los oligopolios privados. Dos viejas armas, actualizadas con las nuevas tecnologías, puestas al servicio de las clases dominantes por los oligopolios privados de comunicación en conjunto con viejos poderes judiciales, siempre al servicio de las Oligarquías.
Para 2020, de los once gobiernos progresistas, solo Cuba, Nicaragua y Venezuela lograron resistir y mantenerse. Con golpes de estado apelando a las fuerzas represivas, golpes parlamentarios o ganando batallas electorales, la izquierda sucumbe ante la embestida imperial.

Aumentamos el poder de consumo de millones de personas, aumentó el PBI y los grandes indicadores económicos. Las reformas sociales, sanitarias, educativas, de vivienda, beneficiaron a amplios sectores. Es hora de preguntarnos porque perdimos, de buscar críticamente las causas.En todos los países, las victorias de la izquierda reposaban más en la figura de su líder o presidente, que en el conjunto del pueblo organizado. Se debilitaron los partidos, se mimetizaron en sus gobiernos y se fueron distanciando de los movimientos sociales. Una nueva burocracia manejaba a los gobiernos, relegando a sus propias bases y a los sectores populares.
Poco y nada se hizo para limitar el poder mediático privado. No alcanza con votar nuevas leyes si no se reglamentan y se las respalda con los recursos para llevarlas adelante. Durante más de medio siglo los estados del continente financiaron (y lo siguen haciendo) a la prensa, radio y TV de manos privadas, pero no existió la determinación política de apoyar al naciente sector comunitario. De esta manera, nos resignamos a no dar la lucha contrahegemónica, cultural, ideológica.

Se gerenció mejor y más equitativamente el sistema capitalista, pero se hizo sin introducir cambios estructurales que afectaran el poder de las oligarquías y del imperio.
No supimos o no pudimos educar a nuestras fuerzas armadas con concepciones democráticas, para enterrar las herencias del Plan Cóndor. Este sigue siendo un peligro latente en el que se apoyan los sectores más retrógrados y fascistas.

Uruguay no fue la excepción
El FA no cumplió con su función orientadora del gobierno ni fue lo suficientemente crítico en momentos trascendentes y de definiciones relevantes para el conjunto del país. La fuerza política pudo mantener sus apoyos al gobierno, sin necesidad de cercenar su capacidad de crítica y de aportes (con las oportunas excepciones del TLC y del TIFA). Esto contribuyó al distanciamiento con las bases de apoyo, trabajadores, pueblo, los movimientos sociales.
La responsabilidad no solo recae en quienes ocuparon cargos ejecutivos, departamentales, o partidarios, es de todos nosotros que LO permitimos. Será deber de todos tomar los correctivos necesarios para superar la situación.
No habrá cambio sin un movimiento organizado, y no habrá movimiento organizado sin una convicción ideológica y política que lo estructure.

La derrota: ¿No quisimos, no supimos o no pudimos?
Luego de 15 años de trabajo, luego de tres gobiernos frenteamplistas, en octubre de 2019 recibimos el mismo caudal electoral de veinte años atrás cuando disputamos el balotaje con Jorge Batlle (39 en primera vuelta y 48 en segunda). ¿Cuáles son las causas de la dolorosa derrota? ¿Que no supimos comunicar nuestros éxitos? ¿Acaso una errónea y débil campaña electoral? ¿Quizás el candidato no era el más adecuado?
Pensamos que no son los elementos determinantes.
Las causas más profundas implican algo más estructural y permanente: primero haber frenado la profundidad de los cambios, al no promover con audacia formas de propiedad y gestión social; y segundo no haber buscado la participación del pueblo, un debate amplio y democrático para la toma de decisiones, en el camino hacia un poder popular de nuevo tipo.
Es fundamental que un gobierno de izquierda se desarrolle con un gran protagonismo popular, con el pueblo organizado debatiendo, proponiendo y transformando la realidad.
Es necesario debatir, en qué tipo de sociedad queremos vivir:
Si el ideal a perseguir es la máxima ganancia o satisfacer las necesidades humanas. Comprender que el capitalismo no es la solución, sino por el contrario, es el problema. Nos debemos unadiscusión ideológica, política, organizativa, en el FA, convocando nuevas generaciones de militantes, cuadros y dirigentes.
La transformación profunda de la realidad no es tarea sencilla, nos enfrentamos al imperialismo y a poderosas oligarquías que no están dispuestas a ceder ni uno solo de sus privilegios, pero nuestro compromiso es con el pueblo, con una sociedad más justa y solidaria, que nos exige luchar por la “pública felicidad”

“… yo no tengo más enemigos sino los que se oponen a la pública felicidad, … Los hechos son los que forman los hombres públicos, y la voluntad general decidirá el que sea digno de esta confianza.”

José Artigas. 1815

También nos exige, pensar no solo en el gobierno, sino en la construcción de una democracia más profunda y avanzada, donde el pueblo sea el verdadero protagonista, donde efectivamente ejerce el poder.

Trìas y Arismendi hablaban de “una democracia sobre nuevas bases” o una “democracia avanzada, capaz de socializar todas las esferas de la vida ciudadana con la participación activa del pueblo”.

Deberemos analizar la composición social de nuestro pueblo. Entender que el pueblo trabajador no solo lo componen las masas asalariadas nucleadas en el PiIT-CNT, atender la problemática de cientos de miles de trabajadores no dependientes (25 a 30%), población que crece continuamente como en el resto del continente.

El futuro que nos espera
La actual pandemia enseña en todo el planeta que “debemos cuidarnos entre todos”, compartir la vida con nuestros semejantes, disfrutar y cuidar de la naturaleza. Pero paralelamente se nos inculca “miedo, miedo y más miedo”. Miedo a los menesterosos, a los inmigrantes, a perder el trabajo, a los delincuentes, etc. Pedimos más policías, mas represión, pero somos incapaces de atacar las causas. Hay que proteger la “sagrada propiedad privada”, rindiendo tributo al Dios Mercado. Dos caminos antagónicos se nos plantean: miedo e inseguridad o solidaridad como
forma de convivencia, aprendiendo a compartir, hacia un nuevo orden social a construir entre todos.

Saber de dónde venimos, para saber adónde vamos
En Uruguay la lucha de trabajadores, intelectuales, estudiantes de todas las tiendas: anarquistas, socialistas, comunistas, gente de izquierda, ciudadanos de diversas vertientes de pensamiento se reúnen en el Congreso del Pueblo en 1964, prólogo de la unidad de la clase obrera, la CNT, en 1966. La alianza social y la dura experiencia de lucha del pueblo en la calle, enfrentado al Pachequismo, instrumento de la Oligarquía para sostener sus privilegios, traerá años después la unidad política de la izquierda: nace el Frente Amplio.

El 26 de marzo de 1971 Seregni señalaba:

” … Padre Artigas aquí está tu pueblo nuevamente…”
Ondea en el acto la bandera roja, azul y blanca de Otorgués, señalando el compromiso de continuar la gesta revolucionaria de Artigas.
Ese compromiso está hoy más vigente que nunca.

“…La razón de ser, por qué y para qué de nuestro Frente Amplio, está en realizar una tarea histórica, fundamental; cumplir el proceso revolucionario en nuestro país. En transformar las viejas estructuras económicas, políticas y sociales de nuestro país hoy caducas y crearlas nuevas que corresponden a la instancia que nuestro pueblo debe vivir….” Liber Seregni 12/1971

Un nuevo poder, un nuevo orden con la participación protagónica del Pueblo. Es necesario construir la unidad de los sectores más amplios de la población, los objetivamente afectados por el Gran Capital, el 1%. Asalariados, cuentapropistas, cooperativas, productores directos y sectores medios de la ciudad y del campo, intelectuales, estudiantes, jubilados, juntos para una vida digna de ser vivida. Asimismo es imperioso profundizar la unidad política en el FA y posibles aliados,
para derrotar a la Oligarquía, superando prácticas sectarias y una visión que no trasciende lo electoral en muchos casos. Es fundamental desarrollar un Movimiento, un Espacio Político en el seno del FA, con base en la clase obrera y los asalariados, aquellos que no tienen nada para perder, salvo sus cadenas, eje de la unidad popular y garantía de cambios profundos.

Con una ética intransigente como conducta política
“.. he perseguido el paradigma de decir siempre lo que pienso, y hacer lo que digo. ” Seregni -Paraninfo- Ultimo discurso

Necesitamos cultivar una forma de hacer política, transparente, para lo cual debemos pensar en un compromiso político, al asumir cargos de dirección en el FA y en el Estado. Cesar todo vínculo, que comprometa su independencia, con la actividad privada. A recibir un salario digno, sin ningún privilegio. Como excepción, en el Estado, los cargos técnicos imprescindibles, serán remunerados de acuerdo a la función, cubiertos por concurso y contratos a término.
Todos los cargos serán revocables. Las decisiones de los organismos máximos de dirección (Plenario Nacional y Congreso), obligatorios para todos, asegurando la unidad de acción.

Empoderar a la ciudadanía, a la Comunidad Local, trabajadores, movimientos sociales, pequeños propietarios, vecinos, a resolver y tomar decisiones sobre su vida, en cada lugar.
El gobierno es el presente, y la fuerza política también es el presente pues será la responsable de controlar el fiel cumplimiento del programa y hacer las necesarias correcciones. El FA y sus organismos son pasado, son presente y serán proyecciones y construcciones hacia el futuro. Es imprescindible un Programa transformador, identificado con las necesidades populares, impulsado y sostenido por el Pueblo,
Debemos impulsar permanentemente la “apropiación democrática de parcelas de poder”, en todas las esferas de la vida ciudadana (políticas, sociales, económicas, culturales, educativas, etc.), buscando transformaciones estructurales con un horizonte socialista, lo cual supone una verdadera revolución cultural, y por tanto la construcción de un bloque de poder contrahegemónico, portador de una nueva visión del mundo, constructiva y solidaria. Hacia la participación irrenunciable, real y efectiva del pueblo, en la toma de decisiones.

“…Si el peso acumulado de los hechos determina a los hombres, los hombres pueden modificar el curso de los hechos en la medida que sus decisiones se hagan colectivas, que interpreten las necesidades del pueblo…”Seregni -29/04/1972)

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