Emily Dulce
03/10/2019

La creciente pérdida de popularidad del presidente Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal – señalada por diversas encuestas desde el comienzo de su gobierno – debe acentuarse con el tiempo y aislarlo cada día más una vez que el capitán retirado todavía no logró presentar un proyecto para el país ni cuenta con una base social para sostener su discurso belicista y antipopular.

En Facebook compartía fotos de armas y nombraba al utraderechista como "su candidato"
El tirador de San Pablo era admirador de Bolsonaro
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Uno de los dos jóvenes que desató la masacre en la escuela de San Pablo era admirador del presidente Jair Bolsonaro y un ferviente defensor de la portación de armas.

Fernando de la Cuadra
12/03/2019

Después de más de dos meses del gobierno Bolsonaro, el país parece encontrarse paralizado y perdido en una interminable secuencia de declaraciones bizarras que se no apuntan hacia ningún destino viable, es una producción absurda de incongruencias y desatinos. Esta indescriptible hemorragia de disparates tuvo su inicio desde el mismo día en que el gobierno tomó pose del poder el 1 de enero del presente año.

João Pedro Stedile
América Latina en Movimiento, No. 538: Brasil: ¿e agora?

ALAI AMLATINA, 07/01/2019.-  En Brasil, se ha producido una victoria electoral del proyecto del capital financiero, aliado con el capital extranjero, apoyado en la militancia de derecha instalada en la Policía Militar, en las Fuerzas Armadas, en la masonería.  Esta victoria sólo fue posible con el uso ilegal, con apoyo externo, de potentes ordenadores para la diseminación sistemática de mentiras a través de las redes sociales, en especial WhatsApp y Facebook.  Y finalmente, la victoria electoral sólo fue posible, porque antes, pusieron en la cárcel a Lula, el principal líder del pueblo, que habría ganado las elecciones en la primera vuelta.  Nos quitaron a nuestro líder por mano del poder judicial y le impidieron que hablase con la gente.

Atilio Borón
2 enero 2019
https://www.telesurtv.net/staff/aboron

Se ha vuelto un lugar común caracterizar al nuevo gobierno de Jair Bolsonaro como “fascista”. Esto, a mi juicio, constituye un grave error. El fascismo no se deriva de las características de un líder político por más que en los tests de personalidad–o en las actitudes de su vida cotidiana, como en el caso de Bolsonaro- se compruebe un aplastante predominio de actitudes reaccionarias, fanáticas, sexistas, xenofóbicas y racistas. Esto era lo que medían los sociólogos y psicólogos sociales estadounidenses a la salida de la Segunda Guerra Mundial con la famosa “Escala F”, donde la efe se refería al fascismo. Se pensaba en esos momentos, y algunos todavía alimentan esa creencia, que el fascismo era la cristalización en el plano del Estado y la vida política de personalidades desquiciadas, portadoras de graves psicopatologías, que por razones circunstanciales se habían encaramado al poder. La intencionalidad política de esta operación era obvia: para el pensamiento convencional y para las ciencias sociales de la época la catástrofe del fascismo y el nazismo debían ser atribuidas al papel de algunos individuos: la paranoia de Hitler o los delirios de grandeza de Mussolini. El sistema, es decir, el capitalismo y sus contradicciones, era inocente y no tenía responsabilidad alguna ante el holocausto de la Segunda Guerra Mundial.