Programa, partidos y candidatos.
El Período de Transición

Ruben López
El Chasque 116
15/12/2023

La batalla, es primero de ideas.
En El Chasque 114, La Izquierda en debate, decíamos: “lo que está en debate es el capitalismo”

A nivel político, la izquierda representa los intereses populares, de la clase obrera, de las clases subalternas, eternamente explotadas por el capital. En 200 años de historia se han contrapuesto dos tácticas, dos programas, entre quienes plantean la posibilidad de conciliar los intereses de clase, donde la burguesía lidera un proceso que contemple mejoras en los salarios y condiciones de vida para los trabajadores, a la vez que continúa la acumulación de capital. Por otro lado quienes consideran esta posibilidad como una utopía, ya que 500 años de historia muestran lo contrario, la continua acumulación de riqueza en manos de la clase dominante y su indiferencia total por las condiciones de vida del resto de la humanidad (cuando no la salvaje represión para quienes amenazan sus privilegios), y concluyen como única salida la superación del capitalismo, creando las fuerzas sociales y políticas capaces de derrotar a un enemigo muy poderoso.

Claro, no se puede eliminar de un plumazo, es un proceso, hay un período de transición, donde si es necesario definir con claridad -a veces no se comprende la importancia, no es una sutileza- disputando la hegemonía al pensamiento dominante: este sistema debe ser cambiado, pues lleva a la destrucción de la vida sólo por defender los privilegios de una “casta” esta sí (no la casta política de la que habla Milei) propietaria y explotadora del trabajo ajeno. Lo que si ocurre es que determinados políticos y partidos sirven para perpetuar sus privilegios, de los cuales son parte -vaya paradoja-, el propio Milei.

Se requiere la conciencia, la unidad y organización de los sectores populares, estrategia, programa, fuerza, movilización, lucha, de acuerdo a las condiciones en cada lugar, sabiendo que ésta es internacional.

Rosa Luxemburgo lo definía: las reformas son el medio, la revolución es el fin. No se opone la lucha por reformas a los cambios profundos, por el contrario, la lucha reivindicativa (por salarios, condiciones de trabajo, derechos de la mujer, de género, sexuales, de raza, etc.) es la escuela donde se aprende la necesidad de un nuevo orden social, pues las reformas dentro del sistema tienen corta vida, así como se ganan derechos en un momento se pierden en la próxima crisis o ante la arremetida de la ultraderecha y el fascismo. No es necesario ir muy lejos, basta mirar la historia, el mundo hoy.

¿Que pasó con el Uruguay batllista, la Suiza de América, el país de las vacas gordas, el que parecía no pertenecer a América Latina? Lo liquidó el fin de la guerra de Corea, las relaciones de intercambio (a mediados de la década de 1950, el encarecimiento de los productos manufacturados y la baja de precios de materias primas -carne y lana-), la ineficiencia de la industria nacional súper protegida, subsidiada, el clientelismo, el Estado paternalista, etc. Trajo crisis, inflación, caída del salario, baja de la inversión, las ganancias, la lucha por el excedente económico agudiza la lucha de clases. Agotado el Uruguay batllista, la crisis, una economía que no podía competir, triunfa el Partido Nacional en las elecciones de 1958, que profundiza los problemas, y 10 años más tarde el Partido Colorado y Pacheco en la presidencia, decretan la “muerte del viejo Uruguay”, sigue la caída del nivel de vida, agravada por la dictadura desde 1973 -entre otras cosas deja inerme a los trabajadores frente a las patronales al eliminarse partidos, sindicatos, todo atisbo de democracia- al punto que hoy a 40 años, los salarios reales no han recuperado de valor de 1968, menos aún los de 1957.
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La organización para la batalla ideológica y política.
En primer término, derrotar a los sectores más retrógrados ligados al gran capital, al imperialismo y al fascismo. Trabajadores y pueblo deben encabezar la revolución democrática que la burguesía es incapaz de llevar a cabo.

Defender la democracia como expresión de la mayoría excluida, de los sectores populares, con su participación protagónica. Democracia, no para ceder espacios de poder a ciertos funcionarios o a caudillos, sino para ejercerla, la Comunidad organizada en el territorio, en los centros de trabajo, con el fin de resolver directamente las necesidades y trabajar conjuntamente con el gobierno local y nacional, para la realización de sus objetivos.

No negar, sino afirmar al pueblo a través de la organización política, participando en la planificación, la ejecución y el control del programa, hacer política permanentemente, encaminados hacia nuevas formas de poder popular.

Cuando no se resuelven las necesidades vitales del pueblo por parte del gobierno (del signo que sea) éste abandona a quienes lo dirigen, de ahí los Bolsonaro, los Milei. Por eso es esencial al proceso de cambios, que el pueblo organizado participe y no abandone -después de ejercer su derecho al voto- la gestión en manos del gobierno de turno.

En el FA, la participación de sus adherentes y militantes debe ser permanente, en la acción, las decisiones, la gestión, la movilización y el control.
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Hay que decir claramente a los seguidores de Milei, Bolsonaro y tantos otros, que no existe la clase política, “la casta” política, esa abstracción que permite absolver a los verdaderos responsables, al poder económico, que con sus recursos compra al poder político, al Estado (que ya Marx había definido como el instrumento de dominación de una clase por otra), mercenarios al servicio de los privilegiados.

Creemos que se debe discutir sobre la realidad, el momento, promover el debate para construir la fuerza política capaz de enfrentar ese enorme poder, de dar la batalla cultural, demostrar que el pueblo si puede ejercer el gobierno.

El Uruguay parte de construcciones históricas, como la unidad obrera en el PIT CNT, o de la izquierda en el FA, aún con cuestionamientos de parte de compañeros u organizaciones de izquierda, son el punto de partida, y pueden cumplir el papel en el proceso revolucionario uruguayo que le asignaron sus fundadores.

Para ello deben tomarse medidas que enfrenten directamente al imperialismo, a la oligarquía local y crear los mecanismos para una real participación popular, de los trabajadores, de la Comunidad organizada, en la tona de decisiones, en las acciones concretas y en el control sobre las direcciones políticas, las instituciones del Estado, que actúen de acuerdo al programa, a los planes y de modo “que los más infelices sean los más privilegiados”.

Así, las organizaciones populares cumplirán su destino histórico, al resolver las necesidades de la población -primero los pobres-, de lo contrario serán barridos por la ola, en un mundo que se debate entre la primacía de una oligarquía mundial de grandes magnates dirigiendo los destinos de la humanidad o la hora de los pueblos capaz de desbaratar esos planes macabros, dispuestos incluso a destruir la vida antes que perder una parte de su fortuna.

Si bien la tarea es inmensa y parece inabarcable, la cuestión es comenzar desde cada barrio, pueblo, lugar de trabajo o de estudio, desde núcleos de militantes, de técnicos, científicos, trabajadores, vecinos, estudiantes, promoviendo este debate para construir desde abajo.

Hay que bajar a tierra la teoría, la estrategia, el programa, allí donde hay una necesidad debe estar la acción concertada del pueblo, en el trabajo, en el territorio, la comunidad organizada haciendo propuestas, debatiendo, exigiendo sin esperar que nos resuelvan los problemas, haciendo, ejerciendo el derecho al trabajo, a un salario, a una vida digna.

Desde El Chasque, invitamos a debatir estos temas, de forma amplia y democrática, desde distintos ámbitos, sociales, políticos, culturales, en el territorio, como búsqueda para resolver los problemas de nuestro tiempo, de un nuevo orden social, de nuevas formas de poder popular, desde lo local a lo nacional y de allí al mundo, pues la construcción debe ser local, desde cada comunidad, pero la batalla es internacional.

El Estado
un Estado que desarrolle políticas de bienestar, universales e integradoras de las diversidades y que integre las políticas territoriales hacia una distribución igualitaria del bienestar.” (Congreso del FA-Declaración final.10/12/2023)

Debemos analizar el papel del Estado en los gobiernos progresistas, no podemos proponer nuevamente el estado benefactor, “el poncho de los pobres”, el que resuelve ante la pasividad de los ciudadanos que esperan (o a lo sumo protestan). Un debate ideológico que la izquierda y el pueblo deben dar, mirando críticamente las experiencias del pasado, en las revoluciones del siglo XX, en los gobiernos socialdemócratas, en el batllismo uruguayo, los gobiernos progresistas.

Por lo pronto hay un hecho que salta a la vista: haber dejado de lado la participación masiva de los trabajadores, de los ciudadanos en la toma de decisiones, siendo sustituidos por dirigentes en las distintas instancias, instalando la costumbre inversa, los dirigentes no rendían cuentas ante quienes los habían elegido, eran los aparatos centrales erigidos en juez y parte, quienes pedían cuentas de arriba a abajo a cuadros y militantes.

Hay que sustituir la asistencia social permanente y universal, por la promoción de la cultura del trabajo, a la independencia económica, a una vida basada en el esfuerzo personal, que no es el individualismo de salvarse pisando al resto, sino al desarrollo personal junto al resto de la sociedad. Promover la seguridad social para los sectores que realmente lo necesitan, la infancia y adolescencia, las discapacidades, las situaciones puntuales de enfermedad o accidentes y a la tercera edad con pensiones y cuidados.

El rol del Estado y la participación y el protagonismo ciudadano en el proceso de desarrollo territorial es clave en la profundización de la descentralización, que requerirá de una nueva y mejor gobernanza. Se abren nuevos tiempos para una mirada de desarrollo regional como nuevas escalas territoriales de desarrollo, y el desarrollo local integrado e integrador para el crecimiento económico, ambiental y social adquiere nuevas significaciones.”(Congreso del FA-Declaración final. Pg. 8 -10/12/2023)

Hay que ver el cómo! A veces las acciones niegan las palabras.
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El Congreso del FA consagró un Programa y cuatro candidatos, donde cada candidato le dará su toque personal o partidario a un texto que es lo suficientemente laxo para que se pueda entender de varias maneras.

Nos parece que en el FA y en la izquierda en general hay dos maneras de encarar el momento, lo reiteramos una vez más, o administrar el capitalismo (se protege la riqueza y las ganancias de los más poderosos) o se enfrenta al sistema dominante, con proa a superarlo, con la participación protagónica del pueblo en la toma de las decisiones fundamentales. El fin declarado es que la inversión privada traiga más trabajo y bienestar general, no de enriquecer a unos pocos. Pero, la práctica después muestra resultados que no se esperaban.

Los trabajadores en sus lugares, la comunidad en el territorio deben jugar el papel esencial para la profundización democrática, en camino a nuevas formas de poder popular hacia un nuevo orden social. Encontrar esos caminos es la tarea colectiva a resolver.

No se plantea derribar el sistema en un día, es un proceso democrático, avanzado, donde los propios ciudadanos fijan los plazos, el ritmo, de acuerdo a como se resuelven las necesidades de cada uno a través de una acción colectiva, solidaria.

No es un problema de hombres o Partidos. Lo que no funciona es el capitalismo. Las burguesías son incapaces de una administración que mejore los salarios y la ganancias, porque su propio afán de acumular capital infinitamente, no es posible, la creciente riqueza de unos y la miseria de los más retrae el mercado, no hay a quien vender, estallan las crisis, así lo muestran los últimos 200 años. Y no ha habido solución. Quiéralo o no, el proceso -dentro del sistema- va a ser liderado por la burguesía, o más bien, por el gran capital -hoy mayoritariamente extranjero- que por su poder económico decidirá qué y como se produce y se distribuye la riqueza creada.

Por tanto llamamos al debate, sobre la realidad, el momento, las condiciones, para vigorizar las fuerzas políticas y sociales capaces de enfrentar el enorme poder del capital, de dar la batalla cultural, por una nueva hegemonía, que no se proponga administrar el sistema, sino dar los primeros pasos para superarlo, buscando las formas y mostrando que el pueblo si es capaz de ejercer el gobierno.

Seguiremos impulsando el debate político e ideológico sobre la realidad…