El fenómeno empieza a brindar a los más excluidos la oportunidad de canalizar su malestar y sentir que forman parte de las decisiones que les afectan.
17 abril 2016
LaMarea
José Bautista
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MANTES-LA-VILLE // Desde que Marine Le Pen tomó las riendas del Frente Nacional, este partido de extrema derecha ha logrado obtener el apoyo de muchos franceses que se sienten decepcionados con el sistema político y excluidos de las prioridades del Estado. Sin embargo, la irrupción del movimiento de indignados Nuit Debout (Noche en Pie) está despertando la atención de muchos de quienes dieron su “voto de castigo” a favor de la formación de Le Pen. Tanto es así que las asambleas de la Nuit Debout ya se extienden a más de 60 ciudades del país vecino, incluidas algunas de las localidades donde el partido de Le Pen obtuvo mejores resultados.

 En los últimos años el Frente Nacional maquilló su discurso nacionalista y xenófobo para atraer la simpatía de quienes viven en peores condiciones, incluida la clase obrera y los habitantes de la periferia –las banlieues– , así como los descendientes de emigrantes que a menudo sufren la etiqueta social de “ciudadano de segunda”. Marine Le Pen convenció a muchos de estos ciudadanos de que la única forma de demostrar su patriotismo francés era votar al partido de extrema derecha, y lo logró, tal y como demuestran los buenos resultados electorales cosechados en los últimos comicios.
“Muchos vieron en el Frente Nacional una forma de expresar su hartazgo para atacar a los grandes partidos”, explica Melanie, joven de la banlieu noroeste de París que ahora celebra asambleas de indignados en su propia librería. Si Le Pen y Hollande se vieran cara a cara en las presidenciales de 2017, el Frente Nacional ganaría con el 53% de los sufragios, según una encuesta publicada este sábado por el diario Le Parisien.

En los últimos días el fenómeno Nuit Debout, inspirado en gran medida en el movimiento de indignados del 15-M, empieza a brindar a los más excluidos la oportunidad de canalizar su malestar y sentir que forman parte de las decisiones que les afectan. El recién nacido movimiento de indignados franceses ya cuenta con asambleas en los principales suburbios de París, incluidos Montreuil y Saint-Denis, aunque todavía no se han celebrado grandes reuniones en las periferias de otras capitales francesas. Sin embargo, es pronto para determinar el impacto real de esta joven iniciativa, por primera vez en la historia reciente de Francia la Nuit Debout está logrando tímidos avances en materia de inclusión social entre los sectores más excluidos, un rompecabezas en el que hasta ahora todos los gobiernos de la Quinta República fracasaron.
“La Nuit Debout despierta ánimos no solo en la capital, sino también en la banlieue y en el campo”, explica David, cofundador de la Banlieue Debout (Suburbios en Pie), la rama del movimiento indignado francés que pone su foco en las afueras de las ciudades. Este vecino de Créteil, suburbio al sureste de París, compara los acontecimientos actuales con las revueltas violentas que en 2005 se extendieron en las periferias de todo el país. “La clave es que ahora la gente se reúne no por cólera, sino por entusiasmo, para construir un mundo distinto. Nuestra situación es más precaria y tenemos más razones para movilizarnos”, añade este joven, uno de los ciudadanos que gestiona las redes sociales de Banlieue Debout y que defiende el carácter autónomo de estas asambleas debido a las particularidades de los problemas que enfrentan en su día a día. Por ejemplo, en Créteil decidieron cambiar los lugares en que celebran las asambleas para animar a la participación de más vecinos.

El pasado miércoles el Frente Nacional pidió la disolución inmediata de la Nuit Debout a través de un comunicado difundido por sus principales líderes, incluida su presidenta, Marine Le Pen. “La Nuit Debout es el centro operacional del saqueo de París”, reza el texto, que además tacha a los indignados de “revolucionarios de salón” y trata de relacionarlos con los altercados violentos causados en las últimas noches por grupos ajenos a este movimiento asambleario. La severidad del Frente Nacional frente a un movimiento que todavía no puede definirse a sí mismo da muestra de la preocupación de la extrema derecha francesa a perder su monopolio como alternativa para los ciudadanos desencantados con la clase política.
El primer alto cargo del Frente Nacional en elaborar y difundir el texto fue Wallerand de Saint-Just, representante de la formación ultranacionalista en región parisina, el lugar donde los de Le Pen han empezado a sentir los primeros efectos de la Nuit Debout. El viernes pasado un grupo de ciudadanos lanzó un llamamiento para celebrar una asamblea de indignados en Mantes, la periferia de la periferia de París. Esta comuna situada a cincuenta kilómetros de la capital gala engloba a varios pequeños municipios, incluido Mantes-la-Ville, uno de los pocos ayuntamientos de la región parisina bajo control del Frente Nacinal. Para sorpresa de muchos, la asamblea fue un éxito y logró reunir a más de 150 personas en su primera convocatoria.

“Habéis atraído a gente que nosotros nunca logramos movilizar”, le dijeron algunos militantes “de toda la vida” a Saïd, vecino de Mantes y uno de los promotores de la primera Nuit Debout en esta comuna cuyas deficientes infraestructuras dan cuenta su glorioso pasado industrial. En Mantes la tasa de desempleo supera el 40%, cuatro veces más que en el resto del país, y los vecinos padecen serios problemas de salud, vivienda y educación, asegura este francés hijo de marroquíes y defensor del apartidismo de la Nuit Debout, “su ADN”.
El jueves, un día antes de la primera asamblea, el primer ministro francés, Manuel Valls, visitó un colegio de Mantes-la-Jolie. “Había efectivos de seguridad haciendo bulto porque no había gente suficiente”, explica Saïd para ilustrar la escasa popularidad del mandatario de origen catalán. “Nos tratan como ciudadanos de segunda. El carburante de este movimiento es el hartazgo, la injusticia contra la población”.
El sábado los vecinos de Mantes volvieron a celebrar una asamblea. A altas horas de la madrugada Saïd envía un mensaje a La Marea para informar de que están discutiendo un asunto vital para la comunidad: realizar sus futuras reuniones en el Centro Social de Mantes-la-Ville para hacer frente a la amenaza de cierre lanzada por el alcalde del Frente Nacional.
Habrá que esperar para saber quién gana este pulso. Seguiremos informando.