Una asombrosa coincidencia
No escapa ni al oído más distraído: elogiar la diversidad y celebrar la pluralidad forman parte del discurso de la corrección política. Tampoco escapa a nadie que estos cánticos son contemporáneos de la uniformización a ultranza del planeta. En cada una de sus comarcas actúan las mismas transnacionales, los mismos bancos, los mismos MacDonald’s, las mismas agencias de noticias y los mismos pulpos informativos; en cada uno de sus rincones están instalados los mismos grupos farmacéuticos, editoriales, alimentario. En todos lados, los mismos organismos internacionales imponen sus préstamos y sus condiciones de aplicación, acordes con sus intereses.
Ocurre así una asombrosa coincidencia: las mismas instituciones y empresas que imponen su arrolladora uniformidad, al mismo tiempo, son las principales proveedoras de cánticos a la diversidad. (Hace muchos años, Jorge Luis Borges observó otra curiosa simultaneidad: “Descartada la guerra con España, cabe afirmar que las dos tareas capitales de Buenos Aires fueron la guerra sin cuartel con el gaucho y la apoteosis literaria del gaucho”. Dicho de otro modo: perseguir al gaucho en la pampa y adularlo en la gauchesca fueron dos aspectos del mismo movimiento.)
En el plano de la educación sucede algo comparable, aunque agravado por una contradicción sin posibilidades de resolución. Me refiero a las constantes exhortaciones a que la enseñanza atienda “la diversidad” de los estudiantes y a que implemente currículos localizados, atentos a la diversidad de contextos. Asombrosamente, esta intimación proviene de organismos internacionales, es decir, de no-lugares, o de lugares con el arraigo propio de un avión. Desde el no-lugar y desde la no-persona del organismo internacional, se le dice a la enseñanza: atendé las personalidades y los lugares. Naturalmente, esta intimación es tan imposible de cumplir como la que ordena “sé espontáneo”: de obedecer esta orden, dejaremos de ser espontáneos, por lo tanto no estaremos obedeciendo la orden. En el caso de la enseñanza, de cumplir con la indicación de “atender la diversidad y los contextos locales” no estaremos siguiendo esa indicación recibida, puesto que estaremos cumpliendo con una orden proferida por organismos ni diversos ni locales, sino profundamente uniformes y deslocalizados.
Alexis Capobianco
Comité de Base “28 de Noviembre” – Coordinadora “B” del F.A.
Febrero de 2012
Los uruguayos somos testigos de uno de los episodios más tristes de ataque a la educación pública y a los docentes que la han sostenido ofrendando su trabajo, su esfuerzo y su compromiso con la sociedad, la educación y los estudiantes.
Con liviana irresponsabilidad se afirma, desde algunos sectores políticos, que la educación está en crisis, que ha fracasado, que los docentes utilizan el peso de las corporaciones en su beneficio, y otra serie de comentarios descalificadores que dañan la imagen y la moral del cuerpo docente. Incluso se llega a reivindicar las reformas neoliberales de los 90, que son, junto con las aberraciones perpetradas en la dictadura las verdaderas responsables del deterioro educativo y espiritual que ha sufrido nuestro país.
¿Cómo te digo una cosa, te digo la otra?
Según la atmósfera que nos rodea enero ha amanecido con “buenas nuevas” para la educación. Sí. Puede que se haya alcanzado un “acuerdo multipartidario” impostergable. Resulta que la educación uruguaya es víctima de una original crisis que amenaza hundir al país en el infierno. Por eso, ante semejante situación los partidos tradicionales y los grandes medios de comunicación han actuado con celeridad generosa. Todas son buenas intenciones, todo es neutralidad. ¿Quién puede sospechar ante cuestión tan sensible intereses políticos, arena de la lucha ideológica, campo de disputa de la hegemonía? Y tanta generosidad quizás haya abrumado a nuestro gobierno. Uno tiene la impresión de que los partidos tradicionales y los grandes medios de comunicación han presionado a nuestro gobierno (y al FA), se han encargado de poner la música y nosotros sólo bailamos a su ritmo, y a la defensiva. ¿Tenemos una concepción consensuada sobre la educación, prioridades propias, un discurso, un lenguaje, utilizamos nuestras categorías? Han censurado (nos hemos autocensurado) nuestro pensamiento, han declarado inválidas (hemos invalidado) nuestras posiciones políticas. Estamos a la intemperie. Y así, desnudos, nos sientan a negociar. Ninguna ingenuidad; el bloque conservador, más allá de sus dificultades, sabe lo que quiere y a donde va.