Entrevista a Álvaro García Linera, Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia
Desde las tradiciones de lucha política y teórica enmarcadas en el materialismo histórico se ha afirmado clásicamente que el sujeto por excelencia del cambio social a favor del pueblo[1] es la clase obrera, el proletariado, o aún de manera más general, lxs trabajadores. El lugar estratégico que ocupan lxs trabajadores en la producción y reproducción de la vida social puede ser trasladado, mediatizado por la toma de conciencia de ello, hacia la política. Es decir, se señala la potencialidad de utilizar todo el arsenal que implica ser el principal motor productivo de las sociedades para incidir en y/o protagonizar la toma de decisiones públicas para, o bien apuntar a mejorar la calidad de vida de los pueblos dentro de los marcos del sistema vigente, o bien para cuestionarlo con más profundidad y plantear alternativas.
Bajo el fuego ideológico de la artillería liberal, del que se hizo y se hace eco cierta intelectualidad de izquierda, mucho se ha cuestionado este rol estratégico del proletariado en los procesos de transformación social revolucionaria, y aún en la propia estructura socioeconómica. El principal argumento del adiós al proletariado[2] aducía que los profundos cambios tecnológicos que se estaban operando en los países capitalistas desarrollados irían reduciendo el peso del capital variable en la composición orgánica del capital, marcando con ello la tendencia hacia la extinción de la centralidad del trabajo en la producción y, por lo tanto, del proletariado como protagonista de la emancipación humana.
Pero ambas hipótesis estaban sustentadas en una visión de coyuntura que además se basaba en la distorsión del significado del proletariado: una visión reificada, cosificada del obrero de casco y mameluco parado frente a la línea de montaje en una fábrica. Mientras que, ya desde los clásicos del materialismo histórico, se define al proletariado como todxs aquellxs (en cualquier rama de la economía, en la ciudad y en el campo) que sólo pueden vivir y reproducir sus vidas vendiendo su fuerza de trabajo a cambio de un salario, pues de otra manera no tienen acceso a los medios para producir, logren o no venderla. A analizar estos cambios del polo del trabajo en Bolivia se orienta la entrevista que le realizamos al vicepresidente boliviano Álvaro García Linera. Desde la violenta conquista de los españoles hasta los lentos pero persistentes procesos de subordinación a la acumulación originaria del capitalismo comercial primero y al capitalismo ya maduro después, se pasa revista al recorrido histórico de los procesos de subsunción formal y real de las poblaciones originales y campesinas, mismas que en su transformación histórica constituirán el sujeto histórico político de la Revolución Cultural y Democrática que se desarrolla en Bolivia desde el año 2006.
03/05/2017 Fortalezas del pasado Bolivia es un país que avanza históricamente por la voluntad y fuerza de su gente más pobre y necesitada principalmente, de sus movimientos sociales y de sus sindicatos obreros y campesinos y movimientos sociales. Así sucede desde hace casi 100 años como mínimo, cuando en 1921 en el complejo minero de estaño de Catavi, perteneciente al barón del estaño y hombre más rico del mundo en ese entonces Simón Patiño, se iniciaron las primeras huelgas reivindicativas y programáticas por derechos, exigiendo aumento salarial y mejores condiciones de vida. Esta impronta sindical y social revolucionaria, se mantuvo inalterable hasta hoy y después de la guerra del Chaco, hasta 1943-46 con el gobierno militar de izquierda y socializante del Cnl. Gualberto Villarroel, y hasta la gran revolución nacional de 1952. A fines de abril de 1952 se creó la COB (Central Obrera de Bolivia) con el eje dorsal de la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia), o sea con el soporte de los mineros revolucionarios del país. En 1953 se hizo la revolución agraria y se realizó la consigna de entrega de tierra para todos los que quisieran trabajarla. Un objetivo alcanzado en Bolivia en 1953, que no alcanzado hasta el presente en países tan importantes como Colombia, Brasil, e.o, es decir en casi toda Latinoamérica. Desde entonces se ha tenido y sentido la presencia en la vida política, de los mineros, campesinos y trabajadores fabriles en general, además de la clase media empobrecida. Aportando con sus programas sociales y económicos y disputando el poder a la oligarquía minera primero y al poder agropecuario y agroindustrial, posteriormente, ya en la era del dictador Banzer de los años 70s. Esta situación ha originado nuevas teorías y por mérito propio la ideología realista de caracterizar a Bolivia como un Estado Revolucionario siempre en ebullición, independientemente de los diferentes gobiernos que puedan estar administrando. Así ha sucedido, desde 1952, pasando por la UDP, por A. Ovando y JJ Torres y del mismo movimiento MAS-IPSP actual, del presidente Evo Morales. Es decir, se había construido y consolidado en forma histórica en nuestro país, la principal fortaleza actual de la política boliviana, es decir la toma de conciencia de los trabajadores del campo, minas y la ciudad, todos seguros de sí mismos y predispuestos a ofrecer una alternativa real y flexible al sistema capitalista. Es hora de profundizar con las fortalezas del presente.
28/08/2016 ¿Cómo surge la minería cooperativa en Bolivia?
La minería cooperativa tiene como origen la crisis económica mundial provocada por el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929. Muchas empresas trasnacionales entran en crisis y tienen que despedir trabajadores, a quienes entregan parcelas para su explotación. La Revolución de 1952 trae consigo la nacionalización de las minas bajo el gobierno de Víctor Paz Estenssoro, y la creación de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), reforzando la minería estatal y debilitando el cuentapropismo.
¿Cómo se transforma en patronal minera? Pero no se puede entender el tránsito de la minería cooperativa, con socios trabajadores como en cualquier parte del mundo, a la conversión en pequeños empresarios mineros que extraen plusvalía no solo de los recursos naturales, si no de los trabajadores contratados, sin entender cómo se implementa el neoliberalismo en Bolivia. Es en 1985, de nuevo bajo el gobierno de Victor Paz Estenssoro, cuando se implementa el Decreto 21060 que permite la “flexibilización laboral”, y se ejecutan entre 1985 y 1986 más de 20.000 despidos en el sector minero estatal, que pasan a articularse en torno a la minería cooperativa.
¿Qué ha pasado? ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué ocurrió con el proceso de cambio que hace más de quince años conquistó su primera victoria con la guerra del agua? ¿Por qué un conglomerado de movimientos que querían cambiar Bolivia acabaron atrapados en un referéndum para que dos personas puedan re-elegirse en el 2019? Decir que todo esto es obra de la conspiración imperialista es un despropósito. La idea del referéndum para la reelección no partió de la Casa Blanca sino del Palacio Quemado. Ahora es obvio que el imperialismo y toda la ultra derecha se aprovechen de este gran error que fue la convocatoria a un referéndum para que dos personas puedan ser reelectas. El referéndum no es la causa del problema sino uno más de sus trágicos episodios. El proceso de cambio anda por mal camino y es necesario reflexionar más allá de los escándalos de corrupción y las mentiras, que aunque son importantes, son sólo la punta del iceberg. Hace cuatro años y medio deje el gobierno y durante este tiempo he buscado entender este devenir. Lo que pasa en Bolivia no es algo único. Desde principios del siglo pasado diferentes movimientos revolucionarios, de izquierda o progresistas llegaron al gobierno en diferentes países del mundo y, a pesar de que varios de ellos generaron importantes transformaciones, prácticamente todos terminaron cooptados por las lógicas del capitalismo y el poder. De manera muy resumida comparto aquí algunas ideas, autocriticas y propuestas que espero contribuyan a recuperar los sueños de un proceso de cambio que es muy complejo y que no es propiedad de ningún partido o dirigente.
Bolivia y México - Pedro Echeverría V. Rebelión - 26-12-2015 1. Emir Sader, con buen prestigio en América Latina como investigador, me ha dejado con enorme sorpresa, con “la boca abierta”, por lo magnífico que informa del gobierno de Evo Morales y García Linera en Bolivia. Yo que digo que “no se puede mientras exista el imperio”, me sorprende que de 2005 a la fecha no haya sido derrocado Morales por los gobiernos asesinos de Bush (2001-08) y de Obama (2008-16). Obviamente no han faltado intervenciones, bloqueos, boicot de los grandes ricos, con apoyo de los EEUU, que Evo ha tenido que sortear con éxito, pero no puedo dejar de reflexionar alrededor del asunto. 2. Bolivia es un país de poco más de 12 millones de habitantes; no puede compararse con los 32 millones de Venezuela, los 44 de Argentina, ni con los 120 millones de México. ¿Será que el imperio lo ha dejado salir de la profunda miseria en que se encontraba antes de 2005 porque es un país pequeño que por el prestigio que ha ganado en el mundo le saldría más caro a los EEUU derrocar a ese gobierno? El gobierno de Obama y sus socios internos han querido derrocar al Gobierno de Venezuela, impusieron al derechista Macri en Argentina y buscan acabar con el gobierno de Rousseff en Brasil. 3. Escribe Sader: “En los casi 10 años de gobierno de Evo Morales la extrema pobreza se ha reducido a la mitad, de 37 a 18 por ciento de la población. Las reservas internacionales han aumentado a 15 mil millones de dólares. El país ha disminuido la deuda de 74.3 a 35.2 por ciento. Las inversiones públicas han aumentado de 629 a 24 mil 561 millones de dólares. El PIB creció casi cuatro veces, al pasar de 9 mil millones de dólares en 2005 a 34 mil millones de dólares. Bolivia tenía apenas 558 ambulancias; ahora dispone de casi el triple, mil 440. La mortalidad materna era de 229 mujeres por cada 100 mil nacidos vivos; ahora ha disminuido a casi 90. 4. Los bolivianos disponen actualmente de subsidio prenatal y pueden ser atendidos por 221 nuevos establecimientos de salud. También, 100 por ciento de bolivianas y bolivianos disponen de servicios de salud. El salario mínimo pasó de 440 pesos a mil 656, con un aumento de 380 por ciento; más de 42 por ciento de bolivianos y bolivianas reciben bonos que mejoran sus condiciones de vida. Todos cuentan con agua potable, servicios de teléfono e Internet, y la energía eléctrica y luz están integrados mediante sistemas de comunicación vial, fluvial y satelital.