Junio de 1997
Bases para un debate necesario. Espacio Comunista
Abril de 2004
Hacia el gobierno popular.
Julio de 2004
Junio 27 y las elecciones internas en Uruguay. Ruben López
Junio de 2005
Los árboles y el bosque. Ruben López
Setiembre de 2005
El Uruguay progresista, la historia y los comunistas. Ricardo Ibarburu
Octubre de 2005
En setiembre de 1955 Ruben López
La Izquierda en Uruguay
Es imprescindible retomar el debate dentro de la izquierda sobre los próximos acontecimientos. La posibilidad real de ser gobierno, por primera vez en el país, desplazando a los partidos tradicionales. Comencemos, entonces, por ordenar las ideas y definir con la mayor claridad cuales son los principios y que acciones se deben emprender hacia el corto y el largo plazo.
Debatir las ideas más generales y los objetivos a mediano y largo plazo, junto a un programa transformador, que consolide la unidad imprescindible para llevarlo adelante y que signifique la más amplia participación en cada instancia de todos quienes deseen hacerlo, buscando con ahínco que estén siempre los involucrados en cada tema.
En un clima libre de debate, de intensa vida democrática, del cual saldrán las decisiones para un accionar conjunto, sin fracturas, para enfrentar las enormes batallas que se avecinan. Libertad y democracia vividos internamente para transmitir a toda la sociedad
Para ello tomamos párrafos del aporte de un grupo de compañeros de Tesis XI, que hicieron conocer en febrero de 1998.
"…Pero en pocas partes tales esperanzas tienen un cimiento de adhesión, tradición y organización comparable al que constituye el FA, tal como lo ven tantas fuerzas de izquierda de otras tierras del continente.
La izquierda uruguaya ha contraído pues, ante su propio pueblo y ante la izquierda latinoamericana, una responsabilidad inmensa y nueva. Las expectativas generadas no pueden ser defraudadas."
"… Al F.A. le urge dar la talla, estar a la altura de responsabilidades mucho mayores incluso que las muy grandes de ayer, afrontar los nuevos retos de un mundo que ha cambiado tanto y de un país que se ha transformado bastante más de lo que suele admitirse. Es en este sentido que se plantea la urgencia de su actualización."
"…Se ha comprobado, en efecto, que la unidad de acción de la izquierda uruguaya se ve afectada por una carencia de la que padece desde hace ya unos cuantos años y que urge subsanar: el F.A. precisa un proyecto progresista alternativo más elaborado, una concepción compartida de lo que en el mundo de hoy es viable y deseable, una visión más rica de las nuevas dificultades pero también de las nuevas oportunidades, un programa a la altura de sus propias responsabilidades, un programa que sea realmente una guía para la acción.
Sin un programa de envergadura semejante, ¿cómo gobernará el F.A., cómo enfrentará a adversarios que no le darán cuartel, como timoneará al Uruguay en las aguas agitadas de la globalización capitalista, cómo atenderá las expectativas suscitadas por su triunfo entre nuestros compatriotas más postergados?"
"…Una actualización del F.A. tampoco puede reducirse a un nuevo acuerdo entre direcciones sectoriales y dirigentes nacionales. Se hace imprescindible un proceso de actualización igual al de su fundación, es decir, con la participación activa de la gente. En ese contexto, la actualización urgente e imprescindible es la actualización programática."
"… Las elecciones de 1994 mostraron que los sectores más carenciados se volcaban masivamente a la izquierda, la que quedaba muy cerca del gobierno nacional; allí surgió la coalición de los dos viejos partidos, fenómeno como tal también inédito que da medida del éxito del proyecto de la izquierda.
La etapa que ha concluído incluyó asimismo un proceso realmente original incluso a escala internacional: la transformación de la imagen del F.A. ante la sociedad, ante los hombres y las mujeres comunes, más allá y por encima incluso de su carácter de frente clásico o coalición, en una gran fuerza política unificada de la izquierda nacional, una fuerza con sus propios símbolos, tradiciones e instituciones, cuyos componentes se sienten, más allá de sus propias identidades, como integrantes de un gran colectivo.
En ese proceso, la construcción de una tradición ha sido decisiva. No es de extrañar: si la tradición de las guerras civiles, que involucró a comparativamente poca gente hace mucho tiempo, inyectó vitalidad a los partidos Blanco y Colorado, ¿cómo no habría de ser fundamental la tradición dolorosamente fresca de tantos sufrimientos y tantas luchas contra el pachequismo y la dictadura? El F.A., partido de la tradición de la resistencia y de la izquierda nacional, ha llegado a ser capaz de enfrentar a la vez a los dos partidos que hasta ahora han gobernado al Uruguay. Una etapa ha concluído y otra está empezando.
Pero esa imagen de fuerza unificada, del frenteamplismo como gran corriente política nacional, no oscurece ni rebaja su doble condición de coalición y movimiento. Antes bien la rescata, por lo que ambas condiciones significan:
- Contrato de acción común de organizaciones políticas sólidas y permanentes, con claras definiciones conceptuales, unidas no por circunstancias coyunturales eletorales, sino en torno a un programa, a una idea de país más justo y solidario, radicalmente distinto al impulsado por blancos y colorados;
- Estilo de hacer política basado en la más amplia participación popular, como la que se puede y deberá darse en los comités de base y en las más variadas y nuevas formas de organización a través de las cuales se expresa la sociedad civil.
"…La actualización pasa por construir colectivamente -desde los principios definitorios de la izquierda nacional y desde la lealtad a las luchas populares que han alumbrado su avance-, las "ideas fuerza" de un proyecto alternativo que pueda orientar una gestión gubernamental realmente distinta y mejor. Ha llegado el momento de priorizar la construcción de una cultura para gobernar de otra manera."
"…La cuestión programática lleva, por varios caminos, al problema de la participación. Sabemos que éste no es nada fácil de resolver, pero también sabemos que la participación no se decreta ni permanece inalterada a lo largo del tiempo: como la vida, tiene sus ciclos y sólo perdura a través del cambio. Los comités de base no salieron de los libros de teoría o de historia para llegar a los hechos, sino al revés: "invento" popular en el mejor sentido de la palabra, trasmitieron su vitalidad y su originalidad al F.A. Probablemente, fueron la clave de su supervivencia durante la dictadura."
…Lo fundamental es alentar la participación en general y el fortalecimiento de muy variados actores colectivos, pues sin la activación de la sociedad civil no habrá proyecto alternativo que valga mucho más que el papel en el que esté escrito. Digámoslo con claridad: Si ante un eventual triunfo electoral del F.A.-E.P., prevalece entre la gente la actitud de esperar y reclamar que todas las necesidades y reivindicaciones populares sean atendidas por el nuevo gobierno, éste habrá fracasado de entrada."
"…La mejor tradición de la izquierda, en particular de la izquierda socialista, no se liga por cierto al proyecto de construir un Estado que pretenda resolver todos los problemas de una población pasiva. Por esa vía, es poco lo que se resuelve realmente y a largo plazo, mientras que se dilapida lo más importante:la capacidad de la gente para asociarse autónomamente, para levantar iniciativas y para impulsar su puesta en práctica. Estas actividades definen a la sociedad civil y dan cuenta de su vigor. Y esa capacidad de la gente es la que un gobierno porgresista debe fomentar, respaldar y coordinar.
Esa clave para la traducción en hechos de una propuesta programática alternativa debe ser manejada para la propia elaboración del programa. En esa dirección se ha avanzado con la realización de las Mesas Abiertas del F.A., en las cuales se escucha a los representantes de muy variados actores colectivos. Se abre así la fecunda posibilidad de escuchar a la sociedad no sólo en materia de problemas y reivindicaciones sino también en lo que tiene que ver con propuestas y experiencias auspiciosas. Gran parte de la elaboración programática debiera consistir en captar lo más valioso que está surgiendo en el espesor de la sociedad civil, a partir de múltiples protagonismos colectivos."
"…Seguramente uno de los principales problemas que deberá enfrentar un gobierno progresista será el de la articulación entre el corto y el largo plazo. Sabemos que soluciones reales y sólidas sólo pueden ser construidas en períodos necesariamente largos. No podemos ser una izquierda del corto plazo, que priorice las medidas más fáciles de adoptar inicialmente, pero que a poco de andar reducen grandemente la capacidad de acción estatal y no mejoran duraderamente la situación de las mayorías postergadas. Pero, a la inversa, un gobierno progresista debe acometer desde su propio inicio ciertos cambios destinados a paliar las carencias sociales más graves, porque éstas no pueden esperar, porque priorizar esa labor es lo propio de un gobierno como el que queremos lograr, y porque si de entrada no se pone en marcha una dinámica transformadora, las rutinas pueden llegar a dominarlo todo.
Parece pues imprescindible que un programa alternativo incluya un plan cuidadosamente estudiado de combate inmediato a la miseria extrema, con metas y fondos precisamente asignados, que apunte a la rápida reversión de las situaciones más flagrantemente atentatorias a la dignidad de los seres humanos. Para ello habrá que combinar, con imaginación y sin prejuicios, los esfuerzos del sector público, de una gran variedad de actores institucionales, sociales y económicos, y de las personas directamente involucradas. Habrá también que evaluar en forma permanente y rigurosa los resultados que se obtienen a partir de los recursos asignados.
La esencia de la izquierda se liga indisolublemente a la preocupación por la igualdad; la izquierda existe si es capaz de luchar contra las mayores desigualdades, en ese largo camino hacia una sociedad en la que el hombre se siente al fin plenamente realizado, y en ello radica la principal justificación de su aspiración a gobernar. La vida de quienes padecen una marginación extrema tiene que empezar a cambiar notoriamente en el Uruguay cuando entre en funciones un gobierno inspirado por la izquierda."
"… para ejercer el gobierno como parte de un proceso de transformación exitoso, se necesita trajinar en varios terrenos. Uno de esos terrenos es el de la trabajosa construcción colectiva de un programa que oriente acerca de las metas, las herramientas, los recursos y los protagonistas de los cambios viables y deseables.
"… Volvamos a la cuestión central de la articulación entre el corto y el largo plazo. Una izquierda transformadora es, por definición, una izquierda de largo plazo. Pero en el corto plazo se juegan, entrelazados, tres partidos decisivos: (1) empezar a mejorar realmente la situación de la gente más carenciada; (2) esquivar ciertos peligros que pueden conducir al naufragio; (3) poner a caminar las políticas nacionales de largo aliento. Una discusión programática actualizadora debiera analizar en profundidad estas tres cuestiones.
En lo que se refiere al largo plazo, la izquierda tiene que ser capaz de proponerle a la nación entera una perspectiva de avance en relación a ciertas áreas fundamentales, ninguna de las cuales puede ser abordada aisladamente, y que incluyen, amén de otras, las siguientes: (a) necesidades básicas, (b) ocupación, (c) transformación productiva, (d) medio ambiente, (e) educación, (f) seguridad social, (g) derechos humanos."
"12.- A mediano y sobre todo a largo plazo, lo que pase con este país y con su gente dependerá cada vez más de la educación. Siempre habrá múltiples factores de la desigualdad, pero cada vez serán más gravitantes las diferencias en materia de formación. Desde su origen mismo, la civilización se basó en una gran divisoria, que dejó de un lado a la gran mayoría -con acceso escaso o nulo a la educación y obligada al trabajo manual agotador y a la obediencia- y del otro lado a la minoría con acceso al mando, la riqueza y la educación superior. Esa divisoria, en la que se sustentó el avance de la civilización y de la producción, ha llegado a ser, además de injusta como siempre lo fué, economicamente obsoleta. El trabajo manual rutinario es cada vez menos importante. Aparece así el primer gran peligro asociado a la aceleración contemporánea del cambio técnico: el desempleo se expande, pero no de manera igualitaria, pues los menos instruídos son los más afectados por la desocupación o por la degradación de la ocupación. El segundo gran peligro es el de la consolidación de una divisoria entra las naciones que deje del lado de arriba a las que tengan una masiva capacidad para generar y usar conocimientos, y del lado de abajo a las otras. Por eso el lugar del Uruguay y de su gente en el mundo de mañana dependerá crecientemente del nivel educativo de toda su población. Por eso, junto a peligros como los anotados, la revolución tecnológica ofrece la oportunidad de avanzar rápidamente hacia una de las metas definitorias de la izquierda: la superación de la divisoria entre trabajo manual rutinario y trabajo intelectual. Esa divisoria es cada vez más contraproducente.
Para luchar contra la degradación ocupacional y contra la dependencia del país, tenemos que: (i) revalorizar la enseñanza técnica, tradicionalmente postergada entre nosotros, pero que debe convertirse en enseñanza de alto nivel; (ii) fortalecer la capacidad nacional para crear conocimientos y para usarlos de manera innovadora; (iii) orientar la educación hacia el fomento de la capacidad para seguir aprendiendo siempre y para innovar en los más diversos ámbitos; (iv) priorizar la formación y la actualización permanente, en espacios vinculados a la creación de conocimientos, de docentes de alto nivel y capacidad para fomentar la creatividad independiente de sus estudiantes; (v) impulsar la vinculación, a lo largo de la vida entera, entre educación, trabajo y actividad ciudadana; (vi) diversificar y multiplicar geográfica e institucionalmente los ámbitos educativos de todos los niveles. La generalización a toda la población de la educación avanzada y permanentemente renovable constituye una de las reformas mayores a impulsar por un gobierno progresista.
13.- En el terreno de los valores, la ofensiva de la derecha viene montada en la mercantilización creciente de la vida social y en el auge desbordante de la televisión y los llamados "mass media". Reforzandose mutuamente, esas tendencias promueven el individualismo y la pasividad, en desmedro del accionar solidario y de la creatividad colectiva; todo ello conduce a la degradación de la política, a menudo vista como un mercado más.
Urge pues contribuir a la revalorización de la política en tanto espacio público para el debate de ideas y para la decisión colectiva e informada acerca de lo que a todos concierne. La profundización de la democracia es inseparable de la activación de la ciudadanía, sin la cual la izquierda no tiene destino. Y para ello, a su vez, es imprescindible restituir toda su relevancia a las ideas. La izquierda no puede seguir a la defensiva en este campo: si gran parte de las herramientas y métodos a los que apeló en el pasado han perdido vigencia, e incluso han mostrado en varios casos que nunca la tuvieron, los principios y las intuiciones esenciales del socialismo pueden ofrecer las inspiraciones más fecundas para afrontar los grandes problemas de nuestra época. Pero para que tales inspiraciones alumbren nuevos proyectos, hay que trabajar colectivamente duro y parejo, sin esquematismos ni intolerancias, con modestia pero con audacia, abordando todos los desafíos que una realidad en cambio constante y acelerado nos arroja al rostro, incluso en el campo de la teoría.
¿Qué es, en última instancia, la izquierda? Tal vez quepa verla como una vocación por el accionar colectivo, racionalmente orientado, para la lucha contra las desigualdades y la construcción del bien común, entendido en clave solidaria y libertaria. Desde tales principios se puede, en el Uruguay de hoy, construir la necesaria actualización programática."